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Competencias clave del siglo XXI, su aplicación práctica y el desarrollo de la creatividad, la innovación, la empleabilidad y el emprendimiento
Maribel Martín de la Vega

Maribel Martín de la Vega

Directora del área de Empleo, Formación e Innovación de AUPEX.

Las transformaciones tecnológicas, económicas y sociales experimentadas en los últimos años están revolucionando el mundo del trabajo y el empleo, obligándonos a la incorporación de nuevas competencias y al desarrollo de nuevos programas y proyectos para la mejora de la empleabilidad y el emprendimiento, un campo donde las Universidades Populares están llamadas a jugar un papel decisivo, prestando servicios avanzados en materia de políticas activas de empleo vinculados a los nuevos yacimientos de empleo y actividades emergentes.

Libro Blanco de las Universidades Populares

El futuro ya está aquí

Estamos viviendo una época de cambios profundos e imprevisibles. En cuestión de unos años, hemos vivido una pandemia, la explosión de un volcán y los efectos colaterales de una guerra en Ucrania… y, además, estamos inmersos en un proceso de aceleración de la era digital que está transformando el mundo que conocemos. Un mundo globalizado y digitalizado exige una formación integral para un mundo global y más competitivo. Al talento y las competencias técnicas hay que sumar otras competencias transversales, como las capacidades para el desarrollo del pensamiento crítico, la comunicación, la colaboración, la conectividad, la creatividad, la resiliencia, la innovación, el liderazgo, etc., con el fin de mejorar la empleabilidad y sentirnos más cómodos en la incertidumbre.

La sociedad cambia muy deprisa, las profesiones del actual mercado de trabajo van a cambiar o evolucionar para poder dar respuesta a los nuevos desafíos que nos presenta la era digital. Ahora más que nunca es necesario apostar por una formación curricular sólida y que eduque y entrene las competencias del siglo XXI. Los cambios del mundo actual tienen nuevos niveles de complejidad; ya no basta con que el individuo acumule conocimientos a los que podría recurrir sin límites. Debe estar en condiciones de aprovechar durante toda su vida cada oportunidad que se le presente y adaptarse a un mundo en constante cambio. Las exigencias del entorno laboral son muy diferentes a lo que se nos pedía hace unos años y las competencias tanto digitales como genéricas (soft skills), para ser empleables, han cambiado también. Estamos ante un proceso de crecimiento tecnológico.

El ecosistema laboral ha evolucionado junto con el perfil del trabajador. Las competencias han ido adquiriendo importancia en el mundo laboral en los últimos años. Según un estudio realizado por el Boston Consulting Group (BCG) presentado en la Conferencia de la American Society of Quality (ASQ) en 2019 en Fort Worth, Texas, las habilidades más preciadas en el futuro serán las soft skills o competencias genéricas, como la creatividad, la capacidad de interacción y la gestión del cambio… Las empresas están encontrando cada vez más dificultades para conseguir personal capacitado que maneje, de manera efectiva, los equipos de trabajo. En ese sentido, los procesos de selección están cada vez más orientados a la búsqueda de profesionales que cuenten con capacidades más allá de lo estrictamente técnico. Estamos ante un cambio de paradigma laboral y social. Vivimos en la sociedad del conocimiento. El perfil del trabajador no es aquel del que espera una oferta de trabajo o que le llame una empresa.  El trabajador tiene que ser una oferta en sí mismo para la empresa. Esto conlleva un cambio de mentalidad.

John Moravec acuña el concepto de knowmads (nómadas del conocimiento) que, más que un perfil, es una mentalidad. Los knowmads son trabajadores del conocimiento que pueden trabajar desde cualquier lugar en cualquier momento y con casi todo el mundo. No son valorados por el conocimiento individual que poseen, sino, más bien, por cómo contextualizan lo que saben para crear un nuevo valor. Tener una mentalidad knowmads nos prepara para mejorar nuestra empleabilidad y tener la capacidad de estar en continua evolución y seguir preparándonos para los siguientes cambios que vamos a experimentar. Según estudios de la Universidad de Oxford, el 70 % de las profesiones actuales están en proceso de evolución. Tienen que transformarse porque ya no dan servicio de la misma manera, y entre el 20 % y el 25 % de las profesiones actuales desaparecerán en los próximos cinco años. Es evidente que, en la era digital, todas aquellas tareas que requieran un proceso repetitivo de trabajo, cada vez más las van a asumir las máquinas o, lo que es lo mismo, la inteligencia artificial a través de la robótica. ¿Qué va a pasar con las personas que desempeñan actualmente esas tareas? Está claro que los puestos altos en la cadena de valor, e incluso los puestos medios, se van a reciclar, ¿pero y los bajos? ¿Cómo hacemos para que, en este avanzar hacia un mundo mejor donde las personas solo se encarguen de aquellas tareas que generen valor y conocimiento, no dejemos a nadie atrás, no perdamos la utilidad que el ser humano le da al trabajo? La mayoría de nosotros nos realizamos como personas a través del valor que aportamos en el trabajo. Cuando perdemos el trabajo somos desempleados; cuando trabajamos somos, carpinteros, informáticos, médicos… ¿Cómo hacemos para que las personas se reciclen? La brecha digital y social que va a generar este cambio de paradigma puede causar un gran impacto social.

Es el momento de que las Universidades Populares asuman el liderazgo abordando proyectos de gran calado planteando el desarrollo de proyectos ambiciosos para llegar allí donde no pueden hacerlo las Administraciones con criterio de eficacia y eficiencia, y se conviertan así en un instrumento útil para la sociedad y las instituciones a la hora de llevar a cabo proyectos en el territorio (Libro Blanco de las Universidades Populares).

Está claro que lo que funcionaba en el siglo XX ya no funciona en el XXI. Las exigencias y los requerimientos son otros. Como hemos comentado anteriormente, el perfil del trabajador del futuro está cambiando; más que el perfil, la mentalidad. Ya no nos vale la frase “si funciona, no lo toques”. Lo que funciona puede funcionar mejor o tener múltiples posibilidades… No porque está mal, sino porque estamos en un proceso de cambio y crecimiento tecnológico. Por mucho que añoremos la seguridad de lo conocido, estamos en un periodo laboral que se caracteriza por su inestabilidad; el cambio nos obliga a estar evolucionando y aprendiendo constantemente. Ahora, más que nunca, es momento de plantearnos cuánto nos cuesta hacer cosas nuevas y salir de nuestra zona de confort para sentirnos cómodos en lo incómodo. El reto es estar continuamente pisando terreno desconocido y sentirnos cómodos y motivados.

¿Cómo hacemos esto? ¿Por dónde empezamos?

Parémonos a analizar un momento qué competencias genéricas o soft skills tenemos que adquirir como trabajadores del futuro (knowmads). Un futuro que ya está empezando. Un apunte: ¿qué nos diferencia como seres humanos de la inteligencia artificial, de la robótica? ¿Cuáles son nuestras potencialidades? La creatividad, la capacidad de tener conversaciones y compartir ideas “disparatadas” en conexión con otras inconexas entre sí y que luego den lugar a algo innovador. La innovación parte de la creatividad y esta, de las personas. No todos somos creativos ni innovadores, pero son competencias que se entrenan. Es el momento de salir de nuestra zona de confort.

Modelo 6-9. Aplicación práctica para el desarrollo de la creatividad, la innovación, la empleabilidad y el emprendimiento

Saltar de un acantilado conlleva una emoción extraordinaria cuando lo decides tú. Nunca sentirás esa emoción si alguien te empuja.

John Moravec, fundador de Education Futures LLC

Os planteamos un modelo para personas que estén dispuestas a asumir el reto de hacer cosas diferentes para obtener resultados diferentes, personas que se comprometan y responsabilicen a la hora de crear su proyecto de vida.

Este modelo lo hemos venido desarrollando desde hace cuatro años en el marco de políticas activas de empleo y proyectos relacionados con la orientación laboral y el desarrollo de competencias genéricas y transversales a fin de mejorar de la empleabilidad. Es un modelo de intervención que parte de una nueva forma de relacionarnos con el participante en cuanto al rol que asumimos como facilitadores/as y el protagonismo que asume la persona participante como protagonista. La figura del facilitador es vital como motor de transición y cambio, debido al compromiso y la responsabilidad de motivar y guiar a los alumnos y alumnas para que asuman el papel de protagonistas para construir su propio conocimiento y desarrollar habilidades y competencias para enfrentarse con éxito a un mundo globalizado en constante cambio.

Dice Ken Robinson que “la actividad que nos hace más felices es la intersección entre la actividad y el talento. Cuando descubrimos aquello en lo que somos buenos y, además, nos apasiona, encontramos Nuestro Elemento, que es la intersección entre el interés y la habilidad”.

Cuando hablamos de adquisición de competencias genéricas o soft skills, trabajamos para focalizar y desarrollar cuál es nuestro “elemento”, aquello para lo que somos buenos, aquello en lo que se nos pasan las horas sin darnos cuenta. Partimos de un proceso de adquisición de competencias previamente ordenadas en 6 dominios y 9 niveles de excelencia basado en una metodología de aprender haciendo. La intervención se desarrolla en torno al aprendizaje de competencias prácticas aplicadas a la construcción del proyecto vital de cada persona, la creación de un prototipo donde el proyecto se hace tangible y se rediseña el currículo para adaptarlo a las nuevas necesidades profesionales del empleo y la mejora de la empleabilidad.

La adquisición de las competencias no debe ser un trabajo aislado y puntual, sino que está inmerso en un itinerario y siempre va asociado a la consecución de una meta.

El proceso de intervención se articula en torno a la realización de actividades prácticas por parte de los participantes. Guiados por los facilitadores, cada persona realiza en la práctica el diseño y elaboración de su proyecto vital, la confección de su nuevo currículo para mejorar su empleabilidad y la elaboración de un proyecto en equipo.

Todo el proceso gira alrededor de la técnica de construcción de prototipos (taller de prototipado). Dicho taller se lleva a cabo a lo largo de toda la intervención, donde los participantes, a medida que dan forma a su prototipo, elaboran su proyecto vital y nuevo currículo.

El plan de intervención se articula en torno a los siguientes ejes:

  1. Desarrollo de competencias desde el Modelo 6-9: las competencias se abordan de manera horizontal en todo el proceso mientras los participantes trabajan en los talleres y llevan a cabo intervenciones (pedidos solicitados por el facilitador) en la vida real relacionadas con la búsqueda de empleo, la elaboración del proyecto vital, los trabajos en equipo y preparación del nuevo currículo.
  2. Taller para la realización del prototipo: se hace de manera continua en todo el proceso, y se puede reprogramar por parte del facilitador en función de las necesidades individuales de los participantes y el grado de maduración de sus proyectos.
  3. Taller para la elaboración del proyecto vital: se lleva a cabo de manera procesual para concretar los avances producidos en el proyecto, realizar una eva­luación de los avances y planear las acciones necesarias para su maduración y concreción.
  4. Taller para la elaboración del currículo: se lleva a cabo de manera procesual a lo largo de la intervención para diseñar los trabajos y actividades tendentes a la adquisición de nuevas habilidades y su concreción en el currículo.
  5. Taller para la elaboración del proyecto comunitario: para el trabajo de los proyectos comunitarios utilizando las herramientas y procedimientos anterio­res según el criterio del facilitador.

El resultado de la intervención a través de los talleres es que cada participante elabore tres productos: prototipo del proyecto, proyecto vital o plan de vida y un nuevo currículo enfocado a mejorar la empleabilidad.

La metodología que ponemos en práctica es la Educación Basada en Proyectos aplicada a la intervención desde el Modelo 6-9. Como ya hemos comentado, se articula en torno al diseño y desarrollo del proyecto vital de la persona. Se estimula el proceso haciendo que cada participante presente en público su proyecto vital, prototipo y currículo.

El objetivo de la intervención es que cada persona diseñe su plan de vida o proyecto vital en función de sus intereses y aspiraciones: un proyecto empresarial, un emprendimiento, un proyecto laboral, un proyecto para buscar empleo… Al finalizar la intervención, cada participante habrá elaborado su proyecto vital y lo habrá plasmado en un documento: la materialización de un prototipo que constituye el hilo conductor del proceso, así como el diseño de un currículo personal basado en el desarrollo de nuevas competencias que se trabajarán a lo largo del proceso.

Planificación de la intervención:

Vamos a definir brevemente en qué consiste cada fase:

1.- Creación de un ambiente de confianza.

Para que el proceso sea efectivo y se alcancen los resultados, es necesario crear un clima emocional propicio, un espacio emocional de confianza en torno al compromiso de las partes y la motivación hacia el logro.

El objetivo es explicar y promocionar el proyecto y sus resultados, presentar a los integrantes del grupo, crear cohesión y confianza dentro del grupo, implementar una metodología abierta y participativa, diagnosticar las competencias que necesitan ser reforzadas y conocer y adaptar las actividades a los intereses y a las necesidades de los usuarios.

2.- Descubrir el talento.

Para encarar el proyecto vital es necesario hacerlo desde el descubrimiento de la vocación, el talento, la pasión y los intereses de cada persona; solo cuando la persona se centra en lo que le interesa de verdad está en condi­ciones de dar la mejor versión de sí misma. Este trabajo lo haremos utilizando una serie de herramientas.

El objetivo es indagar y descubrir la pasión, los intereses, la vocación, las motivaciones y aficiones de la persona. Se trata de descubrir el elemento de cada persona para, a través de él, identificar su proyecto vital y trabajar las competencias necesarias para trabajarlo y hacerlo realidad.

3.- Trabajar las competencias lingüísticas desde el Modelo 6-9. Los 6 dominios son: escuchar, declarar, afirmar, enjuiciar, pedir y prometer.

Una vez identificados el talento y la vocación, comenzamos a trabajar un conjunto de competencias (las lingüísticas) que sirven de base para la construc­ción del proyecto vital.

El objetivo es la adquisición de competencias, como la escucha efectiva, aprender a declarar, prometer, pedir y hacer ofertas mediante la aplicación de herra­mientas prácticas relacionadas con el lenguaje.

4.- Trabajar las competencias para la excelencia desde el Modelo 6-9. Dirección, relaciones internas, relaciones externas trabajo, aprendizaje, renovación, erosionabilidad, planificación y evaluación.

Sobre las competencias (lingüísticas) se va trabajando otro conjunto de competencias (para la excelencia) que preparan el entrenamiento para el desarrollo del proyecto vital.

El objetivo es aprender de forma práctica a dirigir (a uno mismo y a su proyecto vital), a trabajar en equipo y a hacer relaciones, a gestionar las emociones, a de­sarrollar impecabilidad en el trabajo y evaluar, y todo ello aplicárselo al diseño y desarrollo del proyecto vital mediante la realización de actividades prácticas.

 5.- Trabajar el proyecto vital. Una vez trabajadas las competencias necesarias, los participantes escriben sus proyectos vitales y llevan a cabo actividades prácticas para concretarlos.

El objetivo es trabajar y concretar, en la práctica, el proyecto vital tomando como referencia las actividades llevadas a cabo hasta el momento, desde el enfoque y el compromiso, la creación de un legado, los principios y valores, la visión/misión, los objetivos y resultados hasta el plan para ejecutarlo. Para qué personas, con qué personas, los recursos ne­cesarios, la división del plan en partes (programas, proyectos, actuaciones, actividades), hitos principales del proyecto y fechas.

6.- Elaborar el prototipo. Cada participante elabora su prototipo, una actividad que se aborda como un proceso continuo, ya que el prototipo se va concretado a medida que avanza la intervención y se van adquiriendo las competencias para desarrollarlo y ponerlo en valor.

7.- Diseñar y trabajar un nuevo currículo. Cada participante elabora un nuevo currículo sobre la base de las nuevas competencias adquiridas y lleva a cabo trabajos y actividades para buscar empleo, mejorar su empleabilidad o llevar a cabo su proyecto emprendedor.

El objetivo es confeccionar un nuevo concepto y modelo de currículo a fin de mejorar la empleabilidad y el emprendimiento desde el cual se pueda trabajar y canalizar el proyecto vital: poner en evidencia las personas y organizaciones que forman parte de tu red, lo que otras personas o empresas pueden ganar contratándote o con tu colaboración, la oferta que puedes construir para otras personas o clientes, tus destrezas y capacidades, tus conocimientos, éxitos y fracasos.

Te ofrecemos un modelo para que lo puedas adaptar de manera flexible en el desarrollo de programas de orientación laboral, emprendi­miento, empleabilidad, educación, etc., enfocado al desarrollo de las competencias clave del siglo XXI. En función de la naturaleza del programa en cuestión, el facilitador (orientador laboral, profesor, entrenador…) podrá dar mayor o menor amplitud a las actividades que se proponen en función de las características de los usuarios/as, teniendo presente siempre el objetivo final de que cada participante elabore su proyecto vital, prototipo y nuevo currículo. Toda la intervención se ha desarrollado en el marco de las Universidades Populares con su colaboración, implicación y apoyo.

Con carácter horizontal se ponen en juego en todas las actividades, todas las competencias del Modelo 6-9: escuchar, pedir, prometer, hacer ofertas, declarar, dirección, alianzas, gestión emocional, ciclo y flujo de trabajo. A partir de estas actividades, se adquieren las competencias básicas (autoconfianza, comunicación, normas y tareas, razonamiento, interés por aprender, orientación al logro y gestión del tiempo) y las de iniciativa emprendedora (capacidad de relación, toma de decisiones, flexibilidad, creatividad, trabajo en equipo, negociación y análisis).

Para acabar, qué mejor que esta reflexión del Libro Blanco de las Universidades Populares, escrita por Federico Mayor Zaragoza:

“Lo último que yo desearía es que alguno de nuestros descendientes volviera la vista atrás y ―como Albert Camus― nos despreciara ‘porque pudiendo tanto nos atrevimos a tan poco’. Tenemos que atrevernos a buscar juntos soluciones alternativas y nuevas maneras de abordar y gestionar los retos del mundo. Ser diversos es nuestra riqueza, actuar unidos es nuestra fuerza”.

Podéis ampliar la información sobre la aplicación del modelo en el “Manual de aplicación del Modelo 6-9 a los Programas de Orientación Laboral, Emprendimiento, Empleabilidad y Educación” o contactando con nosotros en el correo aupex@aupex.org.