Resulta fácil intuir cuáles eran las habilidades necesarias para sobrevivir como humano en el Paleolítico: fuerza, resistencia, valentía, astucia, atención, etc. Habilidades imprescindibles para la supervivencia en entornos llenos de posibles peligros. En aquella época pasamos de ser presas a ser cazadores, y todo gracias a nuestra capacidad para adaptarnos al entorno ¿Qué son las competencias sino herramientas para adaptarnos al entorno?
El mundo ha cambiado mucho desde entonces, pero debajo de la sofisticación de la sociedad actual, las leyes que rigen la evolución siguen siendo las mismas: sobreviven los que mejor se adaptan. De ahí la enorme importancia de observar qué habilidades requiere el entorno en el que vivimos, cómo cambia ese entorno y qué podemos hacer para adaptarnos.
En un contexto tan dinámico y cambiante como el actual, observar y adaptarnos deben ser estrategias que desarrollemos de forma permanente a lo largo de toda nuestra vida, a través de todas nuestras etapas y en todos nuestros roles. Uno de esos roles es el profesional, que nos permite desempeñar una actividad laboral de la que obtenemos diversas recompensas que van más allá del mero sustento, como son el capital social, la identidad, la autoestima, el sentimiento de pertenencia, etc. Por ello, queremos destacar la importancia de gestionar adecuadamente nuestra carrera profesional, tomando decisiones bien enfocadas, planificando con cuidado cada paso, aumentando nuestra visibilidad profesional, mejorando nuestra visión del mundo del trabajo y sus exigencias; en definitiva, construyendo un proyecto vital y profesional adaptado a nuestras necesidades, intereses y expectativas.
El presente artículo gira en torno a una idea sencilla: las competencias importantes para la vida no son solo las que nos permiten sobrevivir y adaptarnos, sino también las que nos ayudan en la construcción de nuestro proyecto vital y profesional.
Partiendo del concepto de competencia clave y utilizando como referencia las recomendaciones del Consejo Europeo sobre las competencias clave para el aprendizaje permanente, queremos destacar la competencia n.º 5, denominada “Competencia personal, social y de aprender a aprender” y que se define como:
La habilidad de reflexionar sobre uno mismo, gestionar el tiempo y la información eficazmente, colaborar con otros de forma constructiva, mantener la resiliencia y gestionar el aprendizaje y la carrera propios. Incluye la habilidad de hacer frente a la incertidumbre y la complejidad, aprender a aprender, contribuir al propio bienestar físico y emocional, conservar la salud física y mental, y ser capaz de llevar una vida saludable y orientada al futuro, expresar empatía y gestionar los conflictos en un contexto integrador y de apoyo.
En esta definición se incluye la expresión “gestionar el aprendizaje y la carrera propios” como una capacidad necesaria que se entrelaza con otras y que se puede desarrollar en contextos diversos. La comunidad científica ha denominado a estas competencias “Competencias para la gestión de la carrera profesional”, traducción del término internacionalmente aceptado Career Management Skills.
Según la ELGPN (European Lifelong Guidance Policy Network), las competencias para la gestión de la carrera profesional se refieren a toda una gama de competencias que proporcionan formas estructuradas para que individuos y grupos recopilen, analicen, sinteticen y organicen información personal, educativa y ocupacional, así como las habilidades para tomar e implementar decisiones y transiciones.
La rápida evolución del mundo del trabajo está generando nuevas formas de trabajar y también nuevas oportunidades de desarrollo profesional. La sociedad se enfrenta al reto de afrontar un creciente desajuste entre las habilidades y los puestos de trabajo. Las nuevas tecnologías, la globalización o el cambio climático crean un entorno complejo al que los profesionales debemos adaptarnos. La falta de certidumbre sobre el futuro próximo nos empuja a desarrollar competencias flexibles y adaptables a los nuevos escenarios, tanto desde el punto de vista profesional como personal.
En numerosas publicaciones se destaca la importancia de incluir el desarrollo de las competencias para la gestión de la carrera profesional en las políticas públicas como una forma de equipar a la ciudadanía con herramientas suficientes para adaptarse a un mercado laboral cada vez más cambiante que genera sucesivas transiciones a lo largo de la vida y que pondrá a prueba nuestra capacidad de adaptación al entorno.
Las tecnologías disruptivas están generando cambios a todos los niveles, creando nuevos modelos de negocio que modifican los actuales paradigmas laborales. El diálogo del ciudadano con su entorno se hace cada vez más exigente, ya que requiere de una actualización permanente, casi en tiempo real, de las competencias necesarias para un óptimo desempeño en el mundo del trabajo. También afecta a nuestro estilo de vida, influye en nuestra lista de prioridades, nos hace repensar nuestra relación con el mundo del trabajo y sobre el papel que la faceta profesional juega en nuestras vidas. No es solo una evolución de los requerimientos del mercado de trabajo que nos impulsa al cambio, es también un nuevo contrato social que hace tambalear nuestras convicciones y creencias sobre lo que es más o menos importante en nuestras vidas.
Desarrollar unas adecuadas competencias para el desarrollo de la carrera profesional nos lleva a cambiar dónde ponemos el foco, prestando una mayor atención a la reflexión sobre nuestros intereses y competencias, el conocimiento próximo de las necesidades del contexto, la planificación de metas, la participación en redes para aumentar nuestro capital social y nuestra red de apoyo, sin olvidar una definición equilibrada y ponderada de la importancia de nuestros diferentes roles.
Cuando ponemos el acento en la permanente reflexión sobre nosotros mismos y nuestras carreras profesionales, construimos una perspectiva cenital desde la que nos observarnos para ser conscientes de nuestra posición en cada momento y de los requerimientos para avanzar en la dirección deseada.
Para ilustrar la importancia del concepto de dirección, y para que la lectura del presente documento se haga más llevadera, queremos contaros una historia que nos habla de un concepto sencillo pero poderoso. Os presento el cuento Alamat, el joven pescador:
Alamat había dedicado mucho tiempo y esmero a construir su primera barca. Tenía prisa para no perder la oportunidad de pescar en primavera: los peces se acercan más a la costa en esas fechas.
Su padre también era pescador y se encontraba en otra isla debido a una larga temporada de pesca. El joven Alamat deseaba, por encima de todo, tener lista su barca para llenar de orgullo a su esforzado padre.
Cerca de donde se encontraba el joven en su afanosa tarea de construir la barca, un anciano se sentaba en una piedra cada día y le observaba con interés. Ambos cruzaban sus miradas sin hablar, lo que indicaba al joven que hacía las cosas bien pues, de lo contrario, el anciano hablaría si se estuviese equivocando.
Alamat había seleccionado con cuidado la madera que usaría para la barca; la más flexible para la estructura y la más fuerte para los remos y el mástil, ante la atenta mirada del anciano, que seguía en silencio sin poner reparo alguno a las decisiones que el joven estaba tomando.
Un buen día, Alamat se detuvo, orgulloso de lo que había construido, mirando su barca casi terminada con enorme satisfacción. Ya parecía algo más que un montón de maderos. Ese día decidió irse pronto a casa contento porque lo importante ya estaba hecho.
A la mañana siguiente se apresuró a rematar los últimos detalles de la embarcación mientras hablaba en voz alta sobre lo orgulloso que estarían sus padres al verla. Parecía distraído, disfrutando de los momentos finales en los que la construcción de la barca llegaba a su fin. Entonces sucedió algo: el viejo frunció el ceño. El joven pescador tuvo que mirarlo de nuevo para asegurarse y confirmó que el anciano, por primera vez, había hecho un gesto de desaprobación. Se sorprendió y miró la barca, intentando descubrir qué estaba haciendo mal. Le preguntó al anciano, pero este no respondió; se levantó con dificultad y se fue caminando lentamente hacia el interior de la isla. El joven pescador escudriñó la barca de nuevo en busca del error, pero no lo encontró.
Ese día había sido caluroso y la noche también lo sería. En el desvelo producido por el calor de la noche, no podía dejar de pensar en el gesto del viejo y su significado. Analizó todo el proceso de construcción de la barca desde el principio, pero era incapaz de advertir qué había hecho mal en ese último momento. Repasó en su mente cada paso, cada martillazo y cada clavo que había puesto. Recorrió la barca con los ojos cerrados para atisbar que la proa era, como su padre le había enseñado, más estrecha que la popa y tenía forma acuñada. Luego había lijado y encerado las maderas nobles que debían formar estribor y babor; había cuidado de que las aletas guardaran la forma correcta y había asignado la mejor madera a las partes más importantes de la barca. ¿Qué podía faltarle? En esos devaneos estaba cuando el sueño se apoderó de él y cayó dormido tras varias horas intentando averiguarlo.
Con los primeros rayos de sol, Alamat amaneció más cansado que de costumbre. Se levantó de la cama con pesadez y con la mente nublada por el sueño. Aún le duraba la resaca pesarosa de encontrar aquello que se le escapaba, cuando salió fuera de la cabaña y mirando al mar se estiró con los ojos cerrados, dejando entrar una gran bocanada de aire fresco en sus pulmones. El sol le bañaba el rostro cuando una idea surcó su mente como un relámpago en mitad de la noche: por fin sabía dónde estaba el error.
Se apresuró hasta llegar a ese rincón de la playa donde estaba construyendo su barca. Cuando llegó, el anciano estaba allí sentado sobre la piedra que parecía formar parte de su personalidad. El joven pescador llevó un trozo de la mejor madera que pudo encontrar y trabajó en silencio mientras el corazón le latía con fuerza; sabía qué debía hacer e imaginaba la cara que pondría el anciano una vez acabase. Aquella última tarea era la más importante. Siguió tallando y puliendo con una sonrisa amplia dibujada en su cara. Después de varias horas cortando y puliendo con esmero, la barca estaba terminada. Él sabía que, por fin, su trabajo estaba listo y buscó confiado el rostro del anciano. El viejo pescador ya no tenía el ceño fruncido. Una leve sonrisa de satisfacción apareció entre sus numerosas y profundas arrugas.
El día terminó como había empezado, con esa luz tenue que baña las palmeras de color naranja. El joven pescador volvió a casa pensando que el anciano le había enseñado algo más que a construir una barca; le había enseñado que, en la barca, como en la vida, la parte más importante es el timón.
En este cuento, las competencias personales y profesionales hacen de remos y velas que nos proporcionan la fuerza para avanzar en el mar agitado, y las competencias para el desarrollo de la carrera profesional harían de timón para que esa fuerza impulsora nos lleve a un puerto tranquilo y nos aleje de la tormenta.
La vida es un viaje que nos exigirá un aprendizaje continuo. Tendremos que enfrentarnos a decisiones difíciles, momentos críticos, incertidumbre, adversidades, éxitos y fracasos; por eso debemos estar equipados con las competencias necesarias para gestionar esos momentos de transición entre etapas. La vida ya no se verá como un viaje en línea recta, sino como un zigzag permanente que nos obligará a cambiar de rumbo para adaptarnos a las circunstancias.
La palabra «transición» cobra un nuevo significado y será recurrente en nuestras vidas: transitar a la vida adulta, transitar de un nivel educativo a otro, de un empleo a otro, del empleo al desempleo y vuelta a empezar. Pero, por encima de nosotros, el mundo también experimenta dos transiciones: la transición digital y la transición verde. En el futuro vendrán otras transiciones y las personas deberán estar preparadas para enfrentarse a ellas poniendo a prueba su capacidad de adaptación. No solo están en juego aspectos que influyen en la vida de las personas y que afectan a su bienestar, sino que también está en juego la pervivencia del sistema, ya que los sistemas que no alcanzan suficientes niveles de eficiencia tienden, de forma natural, a buscarla. Si la mayoría de la ciudadanía desarrollara suficientemente las competencias para la gestión de la carrera profesional se produciría una mayor eficiencia en el ajuste entre los elementos de este sistema: oportunidades de aprendizaje, mundo del trabajo y faceta personal.
Los efectos negativos de esta ineficiencia de los sistemas se traducen en fenómenos tan preocupantes como el abandono educativo, el fracaso escolar, el desempleo, el subempleo, la escasez de determinados perfiles profesionales, la fuga de cerebros, la injusticia social, etc. El drama no se consiste en la enorme pérdida de recursos públicos derivada de estos desajustes, sino también en el drama personal de cada ciudadano que no tiene acceso a la educación, que ve como sus expectativas profesionales se ven limitadas de forma recurrente, o que se ve privado de la necesaria igualdad de oportunidades. Políticas públicas anticipatorias y no reactivas en materia de capital humano, que equipen a la ciudadanía con las competencias necesarias para elegir, planificar, emprender, aprender, etc., son de imperiosa necesidad para catalizar el potencial de las personas y fomentar la adecuación entre los diferentes elementos del sistema educativo y el mercado de trabajo. Por esta razón, debemos avanzar en la creación de marcos de trabajo a fin de definir las competencias para la gestión de la carrera profesional necesarias en nuestra sociedad.
Los diferentes enfoques que han ido gestándose en el mundo sobre el desarrollo profesional tienen elementos comunes que pueden servir como referencia para construir un modelo adaptado a las necesidades de capital humano en España. Algunos de estos marcos de trabajo son:
- El marco para el diseño de la vida y el trabajo del Gobierno de Canadá[1].
- El marco australiano para el desarrollo profesional[2].
- El marco escocés para la gestión de la carrera profesional[3].
- El marco británico para el desarrollo profesional[4].
- El marco de directrices de la Asociación Estadounidense para el Desarrollo Profesional[5].
Me gustaría hacer referencia al marco de trabajo de las competencias para la gestión de la carrera profesional creado mediante el proyecto LEADER (Learning And Decision-Making Resources), un marco de trabajo creado por una agrupación de instituciones relacionadas con la orientación profesional y apoyado por la Comisión Europea mediante el cual se establecen cinco áreas competenciales que cada ciudadano debe atender:
- Eficacia personal:
En esta área se agrupan las habilidades y actitudes que permiten una adecuada gestión de uno mismo y de la carrera profesional. Se centra en cuestiones como el autoconocimiento, la toma de decisiones, la actitud con respecto al futuro, la definición de objetivos y metas, la actualización profesional, etc. - Gestión de relaciones:
En esta área se agrupan las habilidades y actitudes para crear adecuadas relaciones con otros como forma de construir vínculos de utilidad en la carrera profesional. Se centra en cuestiones como la obtención de información relevante, la interacción eficaz con otras personas, la participación en redes profesionales, el uso de la tecnología para gestionar contactos y relaciones, etc. - Búsqueda y acceso al trabajo:
En esta área se agrupan las habilidades y actitudes para la adquisición de competencias profesionales que permitan acceder a oportunidades laborales a lo largo de la carrera profesional. Se centra en cuestiones como la formación a lo largo de la vida, la búsqueda de empleo, la gestión de información de índole profesional, la adaptación a los nuevos requerimientos del mercado de trabajo, etc. - Gestión de la vida y la carrera:
En esta área se agrupan las habilidades y actitudes destinadas a hallar un adecuado equilibrio entre la faceta profesional y personal que permita alcanzar las metas deseadas en ambas esferas. Se centra en cuestiones como la gestión de tiempo y los recursos, la combinación de diferentes funciones y prioridades, el afrontamiento de las dificultades, etc. - Comprensión del mundo:
En esta área se agrupan las habilidades y actitudes para gestionar los continuos cambios que afectan a la sociedad y en especial al mundo del trabajo y el aprendizaje. Se centra en cuestiones como identificar tendencias globales, generar impacto positivo en la sociedad, aprovechar las oportunidades, etc.
En la mayoría de los países, a pesar de que hace años se crearon marcos de trabajo para el desarrollo de las competencias para la gestión de la carrera profesional, su desarrollo y aplicación han tenido impactos y recorridos desiguales. En muchos casos se encuentran en fase inicial, aunque existen numerosas iniciativas que han encontrado prueba de su utilidad.
Si seguimos las pautas marcadas internacionalmente para fomentar el desarrollo profesional de los ciudadanos, deberíamos incluir las competencias para el desarrollo de la carrera tanto en la formación reglada como en la formación no reglada. Probablemente no haya una fórmula mágica, pero es tarea de los diferentes agentes de interés diseñar estrategias para incluir estas competencias en la formación permanente de los individuos de diferentes edades y a lo largo de sus vidas. Desde la inclusión directa de contenidos curriculares relacionados con estos cinco grupos de competencias en cualquier escenario formativo, a la integración curricular en las materias de estudio por parte del profesorado o la decidida implicación de los empleadores en el desarrollo profesional de estudiantes y trabajadores mediante actividades de acercamiento de las personas al mundo del trabajo.
¿Cómo podemos hacerlo? ¿Qué podría considerarse una buena práctica para promover las competencias para la gestión de la carrera profesional? La ELGPN (European Lifelong Guidance Policy Network) contempla las siguientes:
- Apoyar el desarrollo de un marco de trabajo que describa las competencias que un ciudadano necesita para gestionar eficazmente las alternativas formativas y profesionales en una perspectiva a largo plazo.
- Apoyar la enseñanza y adquisición de las competencias para la gestión de la carrera profesional en entornos formativos, como programas de educación especializada o con perspectiva transversal.
- Apoyar su enseñanza por parte de los servicios públicos de empleo a sus grupos objetivo.
- Promover la formación del personal y los orientadores para garantizar que sean eficaces en su proceso de ayudar a los ciudadanos a adquirir competencias para la gestión de la carrera profesional.
- Favorecer la enseñanza, adquisición y desarrollo de las competencias para la gestión de la carrera profesional en la configuración de la fuerza laboral: desarrollo de recursos humanos, reciclaje profesional e intervenciones para desempleados y para grupos en riesgo de desempleo, etc.
- Apoyar la evaluación y valoración de los resultados de la formación en competencias para la gestión de la carrera profesional.
- Tener en cuenta el contexto de aprendizaje (cultura, educación, formación, reciclaje, tradición curricular y pedagógica).
- Hacer uso de las ventajas de la diversidad en la enseñanza de las competencias para la gestión de la carrera profesional.
- Adoptar un enfoque intersectorial, incluida la colaboración de diferentes agentes de interés para mejorar la continuidad del aprendizaje.
El papel de las Universidades Populares (UU. PP.) es crucial a la hora de equipar a la ciudadanía con las competencias necesarias para navegar por aguas turbulentas. Por ello, las competencias para la gestión de la carrera profesional se deben incluir en el diseño de políticas públicas para fomentar el papel de las UU. PP. como agente activo en el desarrollo profesional de la ciudadanía. Algunas líneas de actuación que se podrían fomentar serían el desarrollo de competencias para la vida y el trabajo, la detección de las habilidades necesarias para alcanzar los objetivos profesionales, el aumento de la implicación en la formación, el apoyo para la actualización de las habilidades, la validación de competencias, la mejora de la adecuación de las habilidades a los requisitos del mercado de trabajo, la preparación para la jubilación, etc.
Una ciudadanía integrada y participativa pasa por la implicación de cada ciudadano en su propio proceso de desarrollo profesional, la cual debe incluir una reflexión inicial acerca de lo que somos, lo que necesitamos y nuestro papel en el mundo, un adecuado protagonismo en el diseño de un itinerario formativo que permita alcanzar los objetivos deseados, una clara conciencia del impacto de nuestras decisiones en la esfera personal y profesional y un sentido responsable de nuestra contribución individual para lograr una sociedad más justa y sostenible.
[2]https://cica.org.au/wp-content/uploads/Australian-Blueprint-for-Career-Development.pdf
[3]https://www.skillsdevelopmentscotland.co.uk/media/34749/career_management_skills_framework_scotland.pdf
[4]https://www.thecdi.net/New-Career-Development-Framework
[5]https://www.ncda.org/aws/NCDA/pt/sp/compentencies_ncd_guidelines