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Cuentos y metáforas para aprender psicología como buena práctica de salud emocional
José María Pérez Pérez

José María Pérez Pérez

Psicólogo. Profesor de la Universidad Popular de Zaragoza.

Hace unos años que la Universidad Popular de Zaragoza, desde su área de Psicología y Salud, propone un curso donde, a través de cuentos y metáforas (y también poemas, citas y canciones), nos acercamos a algunos temas importantes de la psicología moderna.  El título del curso es “Cuentos para caer en la cuenta”. 

En el siguiente artículo explicaré por qué emplear los cuentos y los relatos cortos para enseñar psicología en educación de personas adultas y describiré la metodología de las clases y algunos contenidos con propuestas de trabajo y ejemplos.

 ¿Por qué usar los cuentos para hablar de psicología?

“A lo largo de la historia de la humanidad los relatos breves, los cuentos, las metáforas o las parábolas han venido desempeñando un papel significativo en el aprendizaje a todos los niveles, desde la vida cotidiana a los aspectos más sagrados (…)”. ”Los cuentos, metáforas y mitos contienen la historia, los valores y las costumbres de la gente”.

“Constituyen un instrumento de cohesión social que sirve para entretener, instruir y cuestionar al lector u oyente”. “(…) Y gozan entre las gentes de diferentes edades, épocas y culturas de gran aceptación”.

“Los relatos breves nos ofrecen una forma de ver y de entender el mundo desde una luz nueva. Los relatos que nos hacen mella constituyen esencialmente cambios de encuadre, lo que nos hace cuestionarnos nuestro mapa habitual del mundo y hacernos salir de nuestro pensamiento limitado a fin de aprender y descubrir nuevos aspectos (…)”.

“Los cuentos pueden servir para confirmar, modificar o cuestionar las ideas, actitudes, creencias, opiniones, comportamientos y habilidades de la gente, además de influir en su determinación o su resolución. Constituyen un medio muy importante y eficaz para estimular la creatividad y generar un mayor número de opciones en nuestras vidas”.  (Fragmentos tomados del libro La magia de la metáfora (2003) de Nick Owen).

En el curso, a partir de la lectura, la reflexión y el análisis de algunos de los cuentos, las personas extraen conclusiones sobre ellas mismas o los demás con relación a algunos temas de la psicología, tales como: “el darse cuenta, las actitudes hacia el cambio, el valor que nos damos (autoestima), cómo influyen las emociones (inteligencia emocional), cómo somos frente a la adversidad (resiliencia), ¿somos optimistas? (optimismo inteligente), cómo nuestra percepción y pensamientos influyen en el mundo que “forjamos”, el cambio sin cambio: el camino de la aceptación, el deseo de felicidad (psicología positiva), etc.

Cuentoterapia: el uso de los cuentos en terapia

Actualmente, algunas corrientes psicológicas encuentran en las metáforas y los cuentos un medio idóneo para ayudar a las personas a revisar aspectos sustanciales en sus vidas y aumentar su bienestar emocional.

El psicólogo David Antón reconoce que “esta forma de comunicar puede ser muy interesante en psicoterapia ya que:

  • El cerebro humano cuenta historias. La identidad de la persona se establece en el cerebro mediante una narrativa.
  • Hay un aumento de la alianza terapéutica. Investigaciones recientes plantean que escuchar una historia con una sencilla estructura clásica de presentación produce un aumento de la oxitocina, hormona relacionada con el establecimiento del vínculo de apego.
  • Son fáciles de recordar gracias a la emocionabilidad implicada.
  • Aprendemos mejor con un modelo. Los protagonistas pueden activar nuestras neuronas espejo que nos permite empatizar y aprender de esas acciones ajenas.
  • Envuelven distintos mensajes y enseñanzas y su contenido puede adaptarse al objetivo terapéutico que se desee potenciar.
  • Son una maravillosa forma de envolver una comunicación compatible con cualquier modelo de intervención psicoterapéutica.

En terapia se encuentra muy útil hacer uso de pequeños cuentos con los pacientes, ya que la información le llega al individuo de una forma distinta a la que tiene estructurada en su cerebro. Las personas solemos estar cansadas de escuchar en términos científico-didácticos la explicación de nuestros problemas. Podemos decir que se trata de un método muy cercano y sencillo para entender lo que nos pasa”.

Cuentos para pensar

En cualquier caso, NO es el propósito del curso de la Universidad Popular sustituir la acción terapéutica (profesional) en la relación con los participantes que acuden a él.  Se trata de hacer reflexionar sobre algunos temas importantes de psicología con una metodología más atractiva, lúdica y emocional.  La experiencia nos dice que esta modalidad de trabajo (con cuentos, relatos cortos, metáforas, citas, poemas o canciones) resulta más amena, motivante y gratificadora con las personas adultas.  Las historias se recuerdan más y resultan un buen punto de partida para animar a la participación de los alumnos/as con sus opiniones y experiencias. Y así lo expresaron algunos participantes del curso:

“El curso te ayuda a reflexionar sobre cuestiones o planteamientos de la vida real que normalmente no te planteas” . “También te abre a nuevas visiones” (Vicenta). “Me ayuda a entender mejor las cosas, y las clases se hacen más amenas con los cuentos. También puedes sacar ideas de cómo puedes reaccionar a ciertas circunstancias y así estar preparado” (Marisol). “Es una manera entretenida de tratar temas serios” (Eusebio). “El curso pude resultar una ayuda, un refuerzo” (Víctor). “Te anima a pensar en muchas cosas” (Isabel).

¿Cómo trabajamos en clase?

Habitualmente, nos acercamos a los temas aportando citas que los/las participantes deben encontrar y leer en clase. En otras ocasiones, iniciamos la sesión con canciones y poemas.  A continuación, el profesor introduce el tema de psicología que se va a abordar en esa sesión y algunos participantes leen en voz alta los cuentosque previamente ya han trabajado en sus casas. En ocasiones ilustramos los temas con presentaciones o vídeos. Luego ponemos en común nuestras opiniones y debatimos las reflexiones de los/as alumnos/as.  Finalmente, el profesor amplía y profundiza en el tema desde la psicología.  Se cuenta con un informe del curso, donde se recogen los cuentos y metáforas que se van a trabajar y también citas, poemas y algo de psicología.

A continuación, voy a ilustrar algunos temas que son objeto del trabajo en el curso con los cuentos que empleamos para reflexionar.

1.- Para empezar: mastica tu propio conocimiento

Me gusta empezar hablando de cómo debe ser la actitud en las clases para sacar mayor “provecho”, e ilustro el tema con el siguiente cuento:

La labor del maestro

El maestro sufí contaba siempre una parábola al finalizar cada clase, pero los alumnos no siempre entendían el sentido de la misma…

―Maestro ―lo encaró uno de ellos una tarde―, tú nos cuentas los cuentos, pero no nos explicas su significado…

― Pido perdón por eso ―se disculpó el maestro―. Permíteme que, en señal de reparación, te convide con un rico durazno.

―Gracias, maestro ―respondió halagado el discípulo.

―Quisiera, para agasajarte, pelarte tu durazno yo mismo. ¿Me permites?

―Sí. Muchas gracias ―dijo el alumno.

―¿Te gustaría que, ya que tengo en mi mano el cuchillo, te lo corte en trozos para que te sea más cómodo?

―Me encantaría… Pero no quisiera abusar de tu hospitalidad, maestro.

―No es un abuso si yo te lo ofrezco. Solo deseo complacerte… Permíteme también que te lo mastique antes de dártelo.

―No, maestro. ¡No me gustaría que hicieras eso! ―se quejó sorprendido el discípulo.

El maestro hizo una pausa y dijo:

―Si yo os explicara el sentido de cada cuento, sería como daros de comer una fruta masticada.

Planteamos, así, la necesidad de participar en las clases y de contribuir en el curso con sus reflexiones y opiniones.

2.- Lo importante es darse cuenta

Conócete a ti mismo. Estas eran las palabras que aparecían inscritas, casi a modo de advertencia, en el pronaos del templo de Apolo en Delfos. Fue Platón quien dio mayor difusión a esta frase de alto valor ético y reflexivo a través de sus diálogos al recordarnos la importancia de mirar hacia dentro antes de tomar cualquier decisión, antes de dar cualquier paso. Y una parte de ese AUTOCONOCIMIENTO es “el darse cuenta”, es decir, la capacidad que tiene cada ser humano para percatarse de lo que está sucediendo dentro de sí mismo y en el mundo que lo rodea. El ponerse en contacto con uno mismo y darse cuenta de lo que realmente uno siente y desea es el primer paso para conseguir lo que queremos. De esto habla el siguiente cuento.

Cuento: Darse cuenta

Este cuento está inspirado en un poema de un monje tibetano, Rimpoche, y que reescribí según mi propia manera de decir, para mostrar una característica más de nosotros, los humanos.

Jorge Bucay, Cuentos para pensar

Me levanto una mañana,

salgo de mi casa,

hay un pozo en la vereda,

no lo veo,

y me caigo en él.

Día siguiente…

salgo de mi casa,

me olvido de que hay un pozo en la vereda,

y vuelvo a caer en él.

Tercer día,

salgo de mi casa tratando de acordarme de

que hay un pozo en la vereda,

sin embargo, no lo recuerdo,

y caigo en él.

Cuarto día,

salgo de mi casa tratando de acordarme

del pozo en la vereda,

lo recuerdo, y no veo el pozo

y caigo en él.

Quinto día,

salgo de mi casa,

recuerdo que tengo que tener presente

el pozo en la vereda

y camino mirando el piso,

y lo veo y a pesar de verlo,

caigo en él.

Sexto día,

salgo de mi casa,

recuerdo el pozo en la vereda,

voy buscándolo con la vista,

lo veo,

intento saltarlo,

y caigo en él.

Séptimo día,

salgo de mi casa,

veo el pozo,

tomo carrera,

salto, rozo con las puntas de mis pies el borde del otro lado,

pero no es suficiente y, caigo en él.

Octavo día,

salgo de mi casa,

veo el pozo,

tomo carrera,

salto, ¡llego al otro lado!

Me siento tan orgulloso de haberlo conseguido,

que festejo dando saltos de alegría…

Y al hacerlo, caigo otra vez en el pozo.

Noveno día,

salgo de mi casa,

veo el pozo, tomo carrera,

salto,

y sigo mi camino.

Décimo día,

me doy cuenta

recién hoy

que es más cómodo

caminar…

por la vereda de enfrente.

Nos sentimos a veces tan atrapados por nuestras costumbres y nuestros hábitos que somos incapaces de observar los problemas desde otro punto de vista. Como decía Einstein, “Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo”. Darse cuenta supone cambiar la mirada, atreverse a mirarse al espejo y así poder ver “la vereda de enfrente”.

3.- Las dificultades de cambiar

En las primeras sesiones tratamos el tema de las actitudes hacia el cambio y de cómo, en general, es difícil llevarlo a cabo. Leemos citas sobre el cambio e incluso escuchamos la canción de Mercedes Sosa “Todo cambia”.

Ejemplos de citas sobre el cambio:

  •  «Aunque nada cambie, si yo cambio, todo cambia«. (Honoré de Balzac)
  •  «¿Por qué se ha de temer a los cambios? Toda la vida es un cambio». (H.G. Wells)
  •  «El que puede cambiar sus pensamientos, puede cambiar su destino». (Stephen Crane)
  •  «La naturaleza humana se resiste cuando alguien intenta cambiarla. Cuando la dejan en paz, cambia por sí misma».
  •  «La sabiduría es el arte de aceptar aquello que no puede ser cambiado, de cambiar aquello que puede ser cambiado y, sobre todo, de conocer la diferencia». (Marco Aurelio)
  •  «Sé el cambio que quieres ver en el mundo». (Gandhi)

 Después, para abordar este asunto, trabajamos este conocido relato:

La rana y el alacrán

Cuenta una vieja historia que en un país distante se encontraba una rana junto a un bello estanque. Esta se disponía a entrar cuando, de repente, apareció un alacrán y le dijo:

―Amiga rana, ¿qué haces?

Y la rana le respondió:

―Estaba a punto de entrar en el estanque, ya que mis hijos me esperan ahí.

El alacrán volvió a hablar:

―Amiga rana, no seas mala y hazme un gran favor: llévame al otro lado del estanque sobre tu lomo, ya que yo no puedo cruzar por mis propios medios.

La rana, con un poco de temor, le contestó:

―Eso no puede ser, ya que tú eres un alacrán y me picarías, sin duda alguna.

―Confía en mí ―replicó el alacrán―. Puesto que quieres hacerme un favor, no te picaré. Y, además, si te picará, me ahogaría yo también, pues, como te he dicho, no sé nadar.

Ante esas explicaciones la rana asintió.

―Está bien, confío en ti.

El alacrán se subió al lomo de la rana y comenzaron a cruzar juntos el estanque.

Cuando habían cruzado un poco más de la mitad del estanque, el alacrán levantó la cola y la ensartó en el lomo de la rana.

La rana, herida, se giró a ver al alacrán y le preguntó:

―¿Por qué lo hiciste, alacrán? Me lo habías prometido.

 Y el alacrán, confundido y lleno de pena, respondió mientras se ahogaba:

―No sé por qué lo hice… ¿Será porque soy un alacrán? En mi naturaleza está picar…

Tras decir esto, ambos murieron ahogados en mitad del estanque.

Es una historia que habla de cómo, en muchas ocasiones, desarrollamos comportamientos que son nocivos para uno mismo, a pesar de saber de antemano que lo son. Se presentan como reacciones inevitables: es nuestra naturaleza de alacrán. Y, aunque nos damos cuenta de las consecuencias negativas de nuestros actos (hábitos, adicciones), no podemos evitarlos.

A esta narración “pesimista” sobre las posibilidades de cambiar, me gusta contraponer este otro cuento:

El alacrán y el maestro

Un maestro de la sabiduría paseaba por un bosque con su fiel discípulo cuando vio cómo un alacrán chapoteaba moribundo en una gran charca.

Se acercó a socorrerlo ante el asombro del discípulo:

―¿Cómo vas a ayudar a un alacrán?  Él te picará sin dudarlo.

El maestro seguía en su empeño de salvar la vida al pobre alacrán. Ayudándose de una caña intentaba sacarlo del charco. Mientras tanto, el alacrán se revolvía e intentaba picarle con su aguijón.

Su discípulo no entendía su empeño:

No merece la pena el esfuerzo. Los alacranes son desagradecidos y cuando pueda te picará.

El viejo sabio no atendía a las razones de su discípulo  e intentaba sacar al alacrán de la charca sin ser picado. Así estuvieron largo tiempo hasta que la insistencia del maestro se vio recompensada y el alacrán salió corriendo del agua.

De nuevo el discípulo le preguntó perplejo:

¿Por qué salvaste al alacrán de su destino?

El maestro se tomó un tiempo para responder y luego le dijo:―La naturaleza del alacrán es picar y la mía es salvar. Cada uno hemos hecho lo que debíamos hacer.

Frente a la naturaleza irrefrenable del alacrán (reacción instintiva, comportamiento compulsivo o hábito), las personas podemos desarrollar otros comportamientos más ajustados basados en nuestro autocontrol y nuestros valores. En psicología diferenciamos entre REACCIONAR Y RESPONDER. Un indicador de desarrollo personal es ser capaz de decidir mis respuestas (ser PROACTIVOS: activos en mis decisiones y responsables), en lugar de dejarme llevar por mis instintos y emociones perturbadoras. Este cuento nos anima a desarrollar esta otra naturaleza: LA NATURALEZA “HUMANA” DEL MAESTRO.

4.- Busca dentro de ti

Este pequeño relato nos plantea con rotundidad cómo es habitual buscar la solución a nuestros problemas, la felicidad y tantas cosas fuera de nosotros, porque resulta más fácil o más cómodo. Cuando la respuesta está dentro de uno mismo.

La llave

Cuentan que un día Mullan estaba en la calle buscando algo a cuatro patas. Un amigo se le acercó y le dijo:

―Mullan, ¿qué andas buscando?

―He perdido mi llave, contestó.

―¡Caramba! Eso es terrible, te ayudaré a encontrarla.

Así que también se agachó a buscar la llave. Al cabo de un rato, se volvió a preguntarle:

―¿Por dónde la perdiste?

Mullan respondió:

―La perdí en casa.

―Entonces, ¿cómo es que la estás buscando aquí fuera?

―Porque aquí hay más luz.

Resulta cómico, pero eso mismo es lo que el ser humano hace con su vida: piensa que todo hay que buscarlo bajo la luz, donde es fácil encontrar.  Lo fundamental no está fuera. Está en uno mismo. «Es un error buscar siempre la esperanza o la felicidad fuera de sí mismo».  Todo lo que necesitas está en ti mismo.

5.- Conócete, acéptate, pero supérate. Arriesgarse a crecer

Hablar de la importancia de la aceptación como clave de desarrollo y de bienestar es otro tema principal en esta modalidad de cursos. Como en otras sesiones, nos acercamos a este contenido poniendo en común y reflexionando sobre algunas citas:

“Señor, concédeme la serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, valor para cambiar aquellas que puedo y sabiduría para reconocer la diferencia”. (San Francisco de Asís)

 “La aceptación de lo que ha sucedido es el primer paso para superar las consecuencias de cualquier desgracia”. (William James)

“No podemos cambiar nada hasta que nosotros lo aceptamos. La condena no libera, oprime”. (CG Jung)

 “El primer paso hacia el cambio es la conciencia. El segundo paso es la aceptación”. (Nathaniel Branden)

“Una vez aceptemos nuestras limitaciones, iremos más allá de ellas”. (Albert Einstein)

“La curiosa paradoja es que solo cuando me acepto tal como soy es cuando puedo cambiar”. (Carl Rogers)

“La aceptación es una puerta mágica que se cierra a los problemas y se abre a las oportunidades”. (Rafael Hernampérez)

Para ilustrar algunos aspectos de la aceptación leemos y comentamos el siguiente cuento:

¿Cómo crecer?

Un rey fue hasta su jardín y descubrió que sus árboles, arbustos y flores se estaban muriendo.

El roble le dijo que se moría porque no podía ser tan alto como el pino.

Volviéndose al pino, lo halló caído porque no podía dar uvas como la vid. Y la vid se moría porque no podía florecer como la rosa.

La rosa lloraba porque no podía ser alta y sólida como el roble. Entonces encontró una planta, una fresia, floreciendo y más fresca que nunca.

El rey preguntó:

―¿Cómo es que creces saludable en medio de este jardín mustio y sombrío?

―No lo sé. Quizás sea porque siempre supuse que, cuando me plantaste, querías fresias. Si hubieras querido un roble o una rosa, los habrías plantado. Y en aquel momento me dije: intentaré ser fresia de la mejor manera que pueda.

Ahora es tu turno. Estás aquí para contribuir con tu fragancia. Simplemente mírate a ti mismo/a. No hay posibilidad de que seas otra persona.

Puedes disfrutarlo y florecer regado con tu propio amor por ti o puedes marchitarte en tu propia condena.

A partir del relato, hablamos de la diferencia entre resignarse, resistirse y aceptar.  Mientras que desde la resignación o la resistencia la persona se abandona o se irrita, con la aceptación nos permitimos cerrar los asuntos y seguir avanzando, si bien es cierto que desarrollarse supone, habitualmente, salir de la zona de confort y atreverse a volar.

Animarse a volar

(…) Y cuando se hizo grande, su padre le dijo:

―Hijo mío, no todos nacen con alas. Y si bien es cierto que no tienes obligación de volar, opino que sería penoso que te limitaras a caminar teniendo las alas que el buen Dios te ha dado.

―Pero yo no sé volar ―contestó el hijo.

―Ven ―dijo el padre.

Lo tomó de la mano y, caminando, lo llevó al borde del abismo, en la montaña.

―¿Ves, hijo? Este es el vacío. Cuando quieras, podrás volar. Solo debes pararte aquí, respirar profundamente y saltar al abismo. Una vez en el aire, extenderás las alas y volarás…

El hijo dudó.

―¿Y si me caigo?

―Aunque te caigas, no morirás, solo tendrás algunos golpes que te harán más fuerte para el siguiente intento ―contestó el padre.

El hijo volvió al pueblo con sus amigos, sus padres y con los compañeros con los que había caminado toda su vida.

Los más cerrados de mente le dijeron:

―¿Estás loco?

―¿Para qué?

―Tu padre está delirando…

―¿Qué vas a conseguir volando?

―¿Por qué no te dejas de tonterías?

―Y además, ¿quién necesita volar?

Los más lúcidos también sentían miedo:

―¿Será cierto?

―¿No será peligroso?

―¿Por qué no empiezas poco a poco?

―En todo caso, prueba a tirarte desde una escalera.

―O desde la copa de un árbol, pero… ¿desde la cima de la montaña?

El joven escuchó el consejo de quienes lo querían.

Subió a la copa de un árbol y con coraje saltó.

Desplegó sus alas.

Las agitó en el aire con todas sus fuerzas, pero, a pesar de ello, se precipitó al suelo.

Con un gran chichón en la frente se cruzó con su padre:

―¡Me mentiste! No puedo volar. Probé ¡y mira el golpe que me di! No soy como tú. Mis alas son de adorno ―lloriqueó.

―Hijo mío ―dijo el padre―, para volar hay que crear el espacio de aire libre necesario para que las alas se desplieguen. Es como tirarse en un paracaídas… Necesitas cierta altura antes de saltar. Para aprender a volar siempre hay que empezar corriendo un riesgo.

Si uno no quiere correr riesgos, lo mejor será resignarse y seguir caminando como siempre.

Para seguir creciendo (aprendiendo, desarrollándose social y emocionalmente) debemos arriesgarnos: aprender es cambiar.  Este es un principio que debe estar presente en cualquier acción educativa y que se hace más evidente en el trabajo con personas adultas.

Las universidades populares tienen, intrínsecamente, el objetivo de seguir fomentando el deseo de sus participantes, de seguir aprendiendo a lo largo de toda su vida, y el uso de los cuentos es un recurso muy interesante para ello.

A continuación, apunto unos enlaces a blogs sobre cuentos y psicología de la Universidad Popular de Zaragoza que sirven de apoyo a las clases de los cursos:

Blog de cuentos para caer en la cuenta:

http://cuentosyciaparaaprenderpsicologia.blogspot.com/

Blog más psicología por favor:                            

http://maspsicologiaporfavor.blogspot.com/

Finalmente, adjunto la bibliografía empleada para el desarrollo del curso “Cuentos para caer en la cuenta” de UPZ, y que también ha servido para la realización de este artículo:

Tattaglia, Romano (2005), El Buscador de sueños. Ed. R.B.A.

Bucay, Jorge (2002), Cuentos para pensar. RBA Ed. Integral.

Bucay, Jorge (2002), Déjame que te cuente. RBA Ed. integral.

Canfield, Jack y Hansen, Mark Vistor (2005), Sopa de pollo para el alma. Biblioteca de Crecimiento personal. Ed. Salvat.

Coelho, Paolo (2002), El alquimista. Barcelona. Ed. Planeta.

de Mello, Anthony.(1998), El Canto del Pájaro. Ed. Sal Terrae.

de Mello, Anthony (1988), La canción de la rana. Santander. Ed. Sal Terrae.

Ferrero, Bruno(1992), El canto del grillo. Ed.C.C.S.

Fisher, Robert (1989), El caballero de la armadura oxidada. Ed. Obelisco.

Fisher, Robert (2005), Cuentos para pensar. Ed. Obelisco.

Fulghum, Robert (2005), Las cosas importantes las aprendí en el parvulario. Biblioteca de Crecimiento personal.  Ed. Salvat.

Gibran Khalil Gibran (1975), El loco. Ed. Pomaire.

Gibran Khalil Gibran (1975), El vagabundo. Ed. Pomaire.

Idries Shah (2004), Cuentos sufies para pensar. Ed. R.B.A. Libros.

Idries Shah (2004), El Mundo de Nasrudim. Ed. R.B.A. Libros.

Jodorowsky, Alejandro (2005), La sabiduría de los cuentos. Biblioteca de Crecimiento personal. Ed. Salvat.

Mariscal, Enrique (2002), Cuentos para regalar a personas inteligentes. Gaia Ediciones.

Owen,  Nick “(2008), La magia de la metáfora.  Ed. Desclée de Brouwer Col Serendipit.

Spencer Johnson, M.D. (2002), ¿Quién se ha llevado mi queso?”: Cómo adaptarnos a un mundo en constante cambio. Ed. Urano.

Calle, Ramiro (2007), 50 cuentos para regalar y meditar. Málaga Ed. Sirio.

Rovira, Alex y Trias de Bes (2004), La buena suerte: claves de la prosperidad. Empresa Activa. Soler, Jaume y Conangla, Mercè (2007), Aplícate el cuento: relatos de ecología emocional. Barcelona. Ed. Amat.