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El papel histórico de las Universidades Populares para contribuir al bienestar social y colectivo
Gerardo Alonso Ginovés

Gerardo Alonso Ginovés

Excoordinador UP Zaragoza. Técnico de Grado Medio Profesor de EGB por Universidad de Zaragoza.

En todo este tiempo hemos llevado la cultura a todos los rincones, creando bibliotecas y llenándolas de contenidos, posibilitando el acceso al conocimiento y a nuevos medios de expresión, desde la alfabetización hasta las tecnologías para personas jóvenes, adultas y mayores.

El paso del tiempo ha hecho que las realidades sociales, educativas, culturales, tecnológicas, económicas y laborales a las que nos enfrentamos sean distintas y, por ende, las Universidades Populares han de dar respuestas a las nuevas necesidades de la ciudadanía, sin renunciar un ápice a nuestros principios fundacionales.

Después de tantos años de historia trabajando desde los valores de la pluralidad territorial, la libertad, la justicia y la igualdad propios de nuestro estado democrático y social, las Universidades Populares (UU. PP.) hemos hecho una contribución esencial a la construcción democrática en nuestro país a partir de la vertebración del tejido social y el municipalismo mediante una herramienta muy poderosa de transformación social: la participación y el aprendizaje a lo largo de la vida.

Ayuntamientos democráticos. Años 80

En esta década, en los ayuntamientos democráticos (1979) se retomó la creación de las UU. PP.; fue en San Sebastián de los Reyes (1982), en el cinturón de Madrid, donde se fueron creando diferentes UU. PP. a las que, después, les siguieron otras. Dichos ayuntamientos crearon estas instituciones, unas dependientes de él y otras, con la figura jurídica del Patronato Municipal, organismo intermedio que dependía del propio ayuntamiento, pero que, a nivel de gestión, funcionaba como un ente independiente en la gestión, es decir, sus órganos estaban compuestos proporcionalmente por los concejales representados en cada ayuntamiento.

Sus objetivos eran claros: ofrecer a los ciudadanos/as una oferta variada de cursos, talleres y actividades para la ocupación del tiempo libre. Asimismo, otro objetivo fue la incorporación de todas aquellas personas que no habían completado su etapa escolar, no tenían el graduado escolar o no sabían leer ni escribir.

Así surgieron muchos grupos de alfabetización, neolectores, graduado escolar, además de otras materias, como pintura, cerámica, teatro, encuadernación, psicología, comunicación, historia, arte, geografía, etc.

Comenzaron a surgir proyectos de Educación Básica en determinados territorios (como en los barrios), con niveles bajos de educación y deprimidos socialmente, lo que permitió a las UU. PP. acercarse a una ciudadanía distinta y tener que utilizar metodologías participativas de captación y motivación.

En esta década, la realidad en cada pueblo o ciudad era distinta; tanto en las UU. PP. urbanas como en las de ciudades más pequeñas (Valencia, Zaragoza, Gijón, Elche, Cáceres o las del cinturón de Madrid, Leganés, Alcorcón, Alcobendas, y otras como Cartagena, Badajoz, etc.). el modelo de UP fue diverso.

Se tuvo que repensar el modelo. En dichas ciudades debía ser descentralizado por barrios, donde los colectivos sociales, las asociaciones de vecinos y los grupos culturales estaban en dicho medio mucho antes que la UP, de modo que la metodología participativa debía ser consensuada con dichos colectivos y asociaciones.

De ahí surgieron muchas variantes de UU. PP. que, a lo largo de la historia, han sido muy beneficiosas para el proyecto de estas.

Otro apartado fue el apoyo de las instituciones. En algunos casos fueron las Diputaciones Provinciales las que apoyaron la creación de las UU. PP. en cada Ayuntamiento; podemos citar a la Diputación de Ciudad Real, la de Albacete, es decir, las de la comunidad autónoma de Castilla-La Mancha. Otra comunidad autónoma importante donde han apoyado a las UU. PP. ha sido Extremadura al crear UU. PP. que, a su vez, crearon su propia asociación con entidad jurídica para el fomento de las UU. PP. extremeñas.

Otro modelo surgido en las UU. PP. fue la creación de asociaciones de UU. PP. por parte de los ciudadanos sobre las que, posteriormente, los Ayuntamientos delegaban la gestión y la puesta en marcha de la UP. Podemos citar, por ejemplo, la de Palencia, Logroño y Burgos.

En esta década, el planteamiento de educación para la salud va apareciendo muy lentamente. Es el propio desarrollo de las necesidades de comunicación personal el que lleva a las UU. PP. a plantearse la educación para la salud como un objetivo prioritario en sus programas de cursos y actividades.

Las UU. PP. han ido evolucionando con la realidad social y las necesidades que los ciudadanos nos fueron planteando y también con un concepto claro de participación social. Son los propios ayuntamientos democráticos los que quieren acercarse a los ciudadanos para saber sus intereses en materia de educación y cultura. También hay que mencionar a los colectivos sociales, que van adquiriendo mayores reivindicaciones en relación con la cultura y con cómo quieren el urbanismo y los servicios públicos de su barrio o ciudad.

Por entonces, a veces se podían tener conflictos con los propios ayuntamientos. Citaré la campaña por la entrada en la OTAN: desde la propia UP se fomentaba el debate, lo que, en ocasiones, “molestaba” a los responsables políticos y por ello surgía así el conflicto.

La publicación de revistas literarias en donde se respetaba la libertad de expresión también tenía su dificultad; era una época de creación y de búsqueda de libertades. Hecho este que, décadas más tarde, dio lugar a la creación de colectivos literarios que fomentan la participación social en las ciudades y pueblos.

El apoyo a la participación social en las UU. PP. ha sido fundamental para el desarrollo de una democracia fuerte, a la vez que para que los ciudadanos/as vayan tomando conciencia de que los procesos democráticos se hacen entre todos/as.

Así, las propias UU. PP. fueron descubriendo el papel que tenían en cada municipio y fueron cubriendo sus necesidades. Algunas se dedicaron al fomento de actividades culturales, como exposiciones, recitales, cabalgatas, etc.

Crisis de identidad, transformación de las UU. PP. Reforzamiento de las estructuras sociales

En nuestra democracia hemos pasado por diferentes momentos, tanto a nivel económico como social, y son muchos los problemas que los ayuntamientos democráticos han tenido que asumir. Era una época (la década de los 90) en la que los servicios públicos se vieron perjudicados por la falta de financiación, lo que también afectó a las UU. PP., ya que no había estabilidad laboral de los profesionales que trabajaban en ellas y faltaban medios materiales para consolidarlas. Pero sí había una cosa clara: los profesionales eran personas con mucho entusiasmo y muchas ganas e ideas de sacar adelante el proyecto.

Hay que destacar la captación de recursos económicos en otras fuentes más allá de los propios ayuntamientos; fue entonces cuando la propia Federación de UU. PP., con las convocatorias del 0,5 % del IRPF del Ministerio de Asuntos Sociales, se convirtió en un brote de financiación de las UU. PP., y no solo eso, sino también la experimentación de proyectos concretos en territorios socialmente desfavorecidos.

Con este tipo de financiación se pudo comenzar a trabajar con los reclusos de las cárceles y con los hogares del IMSERSO, cuyas competencias no estaban transferidas a las comunidades autónomas. Así surgieron experiencias diversas con grupos específicos (que así se llamaban) que partían de un análisis de la propia realidad, junto con las personas y entidades que los gestionaban entonces.

Fue por este medio como la UP de cada localidad adaptaba su campo de actuación para, luego, transferir su experiencia. Hay que resaltar la metodología participativa de estos proyectos en los que hubo que formar a los profesionales en técnicas de motivación, de participación y de producción de lo realizado.

Se suele decir que de todas las crisis se aprende algo. Y así es. La UP tuvo que transformarse; ya no solo consistía en cursos, talleres y actividades de oferta a los cuales asistían las personas más motivadas, sino que debíamos utilizar otros métodos de captación y realización para llegar a personas más desfavorecidas social y culturalmente.

La sociedad reforzaba sus estructuras desde el punto de vista social con las UU. PP.; estas eran un complemento especializado en educación y cultura puesto al servicio de estas instituciones y, a la vez, se intercambiaban experiencias mediante la puesta en común con la Federación Española de UU. PP.

Cuando dichos proyectos se acabaron, fueron las propias instituciones las que mantuvieron las actividades; los proyectos eran prorrogados durante varios cursos más, y, aunque a nivel administrativo existía una finalización de estos, cada UP le daba una continuidad en el medio.

La necesidad de educación y cultura de la ciudadanía

La democracia española se fue asentando, y eran los ayuntamientos las instituciones más próximas a unos ciudadanos que demandaban cada vez mayor educación y cultura. Existía una necesidad de aprender, de relacionarse con otras personas a fin de participar y transformar la realidad más próxima.

Fue esto último, la participación, la que nos llevó a un replanteamiento de nuestros programas. Habíamos hecho algo importante: motivar a los ciudadanos para luego capacitarlos en las artes plásticas, en la historia, literatura, idiomas, psicología, teatro, fotografía… Pero, lógicamente, los ciudadanos querían transformar su entorno más próximo, querían formar colectivos plásticos, grupos de teatro, grupos de creación literaria, etc.

La participación venía a reforzar nuestra democracia y los procesos participativos de la sociedad civil y la creación de colectivos culturales. Era el esplendor de las UU. PP., las cuales, al aportar la formación con los profesionales y las infraestructuras de los ayuntamientos, facilitaba la creación de tejido social en las ciudades y pueblos.

Sin embargo, no se trataba solo de atender a estos ciudadanos/as que, lógicamente ya tenían una motivación inicial, sino que, mediante proyectos específicos, se atendía a personas desfavorecidas social y culturalmente (parados, jóvenes, mujeres, inmigrantes, etc.). Se trabajaba en barrios con el apoyo de los colectivos que allí había, además de las asociaciones de vecinos y grupos culturales.

Fue a través de los proyectos subvencionados por el Ministerio de Asuntos Sociales a partir del 0,7 % del IRPF, cuando en la FEUP (que ya tenía experiencia en trabajar con sectores específicos, como parados, mujeres, inmigrantes, Jóvenes, etc.) dichos proyectos se consolidaron como metodología y como capacitación de personas desfavorecidas e influyeron en la consolidación de las UU. PP. mediante un trabajo más sistemático que rendía cuentas de los resultados y objetivos que se planificaban en cada proyecto.

Hay que reconocer el importante papel que tuvo la Federación Española de UU. PP. a la hora de la coordinación, la captación de los recursos económicos y del intercambio de las diferentes experiencias a lo largo de todo el Estado español.

Hay que señalar también la proyección europea a través de los proyectos trasnacionales que se tenían con Europa: el Proyecto Now (dirigido a mujeres). para la creación de empleo. y el Proyecto Youthstart (dedicado a los jóvenes) para la búsqueda del primer empleo. Estos proyectos dieron un impulso a las UU. PP. y las hizo considerar otro tipo de proyectos y analizar la dinámica de trabajo a nivel metodológico, formativo y de captación de los sectores diferentes. Nos permitía a tener, al menos, un par de encuentros a lo largo del curso en los diferentes países que eran socios trasnacionales.

Con este tipo de proyectos se incorpora a las UU. PP. el concepto de “bienestar social”, es decir, ya no solo éramos formadores, sino que las características sociales de las personas que estaban en dichos proyectos eran muy determinantes para el aprendizaje. Así, tuvimos que coordinarnos con los Servicios Sociales de nuestros ayuntamientos y, además, en nuestros equipos debimos especializar a formadores con esta dedicación.

Aparece, pues, ya no solo la necesidad de formación para la ocupación del tiempo libre, sino la formación para el empleo, a lo que hay que añadir la crisis económica, que se venía gestando en Europa y España (estamos hablando de principios de los años 90). La financiación de nuestros ayuntamientos se ve resentida, faltan recursos, y por ello la supresión de servicios públicos está encima de la mesa. Muchas UU. PP. tuvieron que asumir reconversiones internas de campos de actuación, tener menos profesionales, etc.

De las crisis se sale y las UU. PP. reforzaron su actuación

Trataré de apuntar algunos problemas, de forma crítica, que nos encontramos a lo largo de nuestra trayectoria:

  • La falta de recursos humanos y materiales. Las crisis comienzan siempre por recortar las actuaciones; no existe un análisis previo que haga una valoración de lo que se ha hecho, cómo se pueden reorganizar los recursos y a qué ciudadano/a queremos llegar.
  • Los recursos materiales, humanos y económicos dependen de lo grande o no que sea un ayuntamiento, de su población, de qué otros servicios tiene, de si se asumen las crisis. Un ayuntamiento que tiene una red de centros cívicos, de servicios sociales, servicios culturales para jóvenes, etc., tiene más posibilidades de asumir las crisis; son mejores que aquellos ayuntamientos con falta de recursos.
  • El solapamiento de competencias en cuanto a la actuación con los diferentes sectores de la población: mujeres, jóvenes, parados, inmigrantes, personas mayores, etc. Tener diferentes equipos que actúan sobre los mismos ciudadanos/as puede ser un problema.
  • Necesidades de personas especializadas en los sectores concretos. Las UU. PP. tienen profesionales que han ido adaptándose a la realidad concreta, pero faltan otros con una formación específica en sectores con jóvenes, mujeres, inmigración, personas mayores…
  • Para finalizar, he de hablar de la falta de dotación de recursos económicos y materiales para el trabajo en las UU. PP. Es verdad que existen más servicios, pero no solo se trata de la dotación de recursos humanos, sino en el trabajo con sectores específicos.

Así, las UU. PP. afrontaron una de tantas crisis y salieron reforzadas en cuanto a los campos de actuación, las formas de actuar, las metodologías y la sistematización del proyecto de UU. PP.

Desarrollo de la participación social en las Universidades Populares

Las UU. PP. se han caracterizado siempre por el fomento de la participación social en el entorno más próximo como refuerzo de la democracia participativa.

La sociedad española, tras la dictadura franquista y el corto periodo democrático, no tiene aún los hábitos participativos y de asociación de los ciudadanos.

El fomento de la participación social no se puede improvisar, tiene una metodología y unos procesos que las propias UU. PP. han tenido que experimentar. La capacitación es fundamental para formar a las personas; se entiende que la motivación inicial que los ciudadanos/as tienen no es suficiente y por ello hay que planificarla.

La participación social hace a la sociedad civil más libre. La democracia sale enriquecida y fortalecida por sus ciudadanos/as, estos la hacen más igualitaria. Son, pues, los propios participantes de las UU. PP. los que aprenden a participar en las clases, en las actividades, en su barrio, en su asociación o colectivo.

Son muchas las experiencias de las UU. PP. en este proceso de participación. Citaré algunas, aunque seguro que me dejo atrás otras tantas.

Es de mencionar la creación de grupos plásticos de pintura, cerámica y fotografía y he de hacer una mención especial a la creación de grupos de teatro que, de forma no profesional, se acercan a conocer la interpretación y llegan muchos de ellos a participar en festivales de teatro, intercambios, etc.

Otras experiencias fueron los grupos de fotografía, que participaron en exposiciones, seminarios o dieron valor cultural a la fotografía en blanco y negro, por ejemplo.

La creación de grupos de creación literaria nos ha llevado al fomento de la lectura, a que creen sus propios relatos o novelas mediante concursos, encuentros con autores y, de paso, han utilizado y aprovechado el espacio de la biblioteca como lugar cultural de desarrollo artístico.

También hay que destacar los grupos de conocimiento del medioambiente. Las UU. PP. han tenido que hacer un esfuerzo para la concienciación del cambio climático, de la degradación del planeta y la influencia el hombre en dicho cambio climático.

El conocimiento de las costumbres, las tradiciones, la historia de cada pueblo o ciudad, de sus antepasados y su influencia en el urbanismo y en las fiestas, de modo que son los ciudadanos/as los que se han incorporado a la vida cultural y social de su entorno.

El trabajo con mayores nos ha llevado a valorar la sabiduría y experiencia de la vida de personas, en algunos casos sin estudios (en su tiempo, no tuvieron la oportunidad de acceder a la educación y la cultura). Las actividades de participación social con este sector van más allá de un simple curso o taller, se trata de dar valor a sus experiencias, a sus relatos, a sus recuerdos y ponerlos en común.

Todo esto tiene un objetivo claro: contribuir al bienestar social y colectivo de los ciudadanos/as, que son participantes de nuestras actividades socioculturales.

Aparecen las nuevas tecnologías y las redes sociales

En la evolución de las UU. PP., un apartado importante es la aparición de las nuevas tecnologías con vistas a la formación de los ciudadanos/as de nuestros pueblos y ciudades.

Nos enfrentamos a que ciertas generaciones, que venían a las UU. PP. a aprender a leer y escribir, les coge (tarde, pero les coge) en los primeros tiempos de la era de Internet; un nuevo reto para poder asumir en la formación de personas adultas a lo largo de la vida. Parece sencillo, pero no lo ha sido. Internet supone comunicación, búsqueda de información a fin de favorecer la formación. Además, supone la aportación de recursos materiales para la creación de aulas con la equipación correspondiente de equipos informáticos para el aprendizaje.

El currículo de materias tuvo que ampliarse, pues el propio uso de los móviles, la adquisición de ordenadores, la operación de gestiones a través de internet en el ámbito de las familias nos planteaban otras necesidades formativas.

La aparición de las redes sociales como lugares de comunicación y la movilidad de los ciudadanos nos llevan a tener una gran demanda de formación entre los ciudadanos/as que se lo solicitan a las Instituciones y, en concreto, a las UU. PP. Ante esto, además, nos encontramos con la dificultad de aprendizaje de los propios adultos.

El acceso mediante Internet a instituciones como la Seguridad Social, la Agencia Tributaria o a empresas de servicios eléctricos y de gas, bancos, compra de entradas para cines y teatros, nos pone encima de la mesa unas necesidades que, en estos últimos 20 años, han ido apareciendo y complementando la formación a lo lago de la vida, tan necesaria hoy para llegar a comprender esta sociedad española, tan diversa y plural.

Así, las organizaciones sociales y los responsables de la educación de personas adultas hacen mucho énfasis en la necesidad de formar en las nuevas tecnologías y de poder contar con los profesionales bien preparados en metodologías participativas, y que los formatos de dichas materias estén adecuados y sean de calidad.

La creación de páginas web como paso para la creación de empleo para los más jóvenes, la realización de blogs como elementos difusores de experiencias y hechos culturales, el tener un correo electrónico, el poder utilizar aplicaciones del propio móvil (como WhatsApp, YouTube, Salud informa, etc.) son retos a los que muchas personas adultas no tienen acceso por falta de conocimientos, lo que obliga a las UU. PP. a replantear un nuevo currículo.

A esto hay que añadir, sobre todo en las ciudades, que la falta de comunicación, el aislamiento, la falta de solidaridad nos lleva a verificar que las personas adultas, a partir de ciertas edades, demanden servicios no solo de formación, sino asistenciales.

Se trata, pues, de todo en su conjunto (aprendizaje, necesidades, capacidades…) lo que hay que tener en cuenta para afrontar nuevos retos en la formación de personas adultas a lo largo de su vida.

La salud como elemento motivador para el desarrollo de las personas

Las Universidades Populares adoptamos el concepto de salud de forma integral, que abarca la salud emocional, nutricional, deportiva, sexual, ambiental y física.

Partiendo de las metodologías participativas, hay que hacer entender a la población que la salud es un concepto amplio; no solo es “ir al médico” cuando tienes una dolencia, sino que debemos trabajar en la prevención para que las personas puedan alcanzar un bienestar social pleno. Las UU. PP., recurriendo a la frase de “aprender a aprender”, tenemos que planificar una formación donde se relacione la salud emocional con la nutrición, con la salud ambiental, etc.

El desarrollo de prácticas saludables en la población (la comunicación entre las personas, la actividades físicas que se puedan llevar a cabo, el conocimiento de nuestro cuerpo humano, el respeto al medioambiente del planeta Tierra…) es una tarea llena de alicientes y conocimientos para la formación de las personas adultas que vienen a las Universidades Populares a formar parte de nuestras materias.

En los últimos 20 años ha ido creciendo la conciencia medioambiental, el respeto al planeta en el que vivimos y la responsabilidad de cómo se lo vamos a dejar a las generaciones que vienen detrás. En estos años se ha ido avanzando desde los propios ayuntamientos en todo lo concerniente al reciclado de residuos (inorgánicos, vidrio, papel, basuras en general) y han instalado los puntos limpios para recogida de los propios residuos. Sin embargo, queda mucho por hacer.

Son, pues, las UU. PP., junto con todos los demás colectivos sociales e instituciones, las que deben de planificar esta área de salud a partir de unos contenidos adecuados para llegar a la población, que sirva, a la vez, para fortalecer nuestra democracia y lograr la participación social de los ciudadanos.

Nuestra población está muy envejecida. España es el segundo país con mayor tasa de envejecimiento, lo que indica que existen muchas personas mayores que están solas, sobre todo en las grandes ciudades. Se ha visto en la pandemia de la covid-19, durante el confinamiento que tuvimos que hacer. La soledad no deseada constituye un problema de salud de primer orden; personas mayores que no pueden valerse por sí mismas, a lo que se le añade una red de residencias de mayores escasa y en manos privadas y con ánimo de lucro una gran parte de ellas. La red de centros de mayores, que es pública y dependiente de los ayuntamientos o comunidades autónomas es insuficiente y con dotaciones económicas escasas. Además, la ley de la dependencia no está desarrollada en todas las comunidades autónomas de igual manera.

Existe un deterioro de la salud mental, lo que nos lleva a tener que formar emocionalmente a la población para tratar de lograr el bienestar de la población, pese a lo complejo que resulta la comunicación humana, las relaciones entre personas, los conflictos familiares, es decir, a pesar de la complejidad de una sociedad en constante cambio.

Debemos programar acciones de envejecimiento activo que, a la vez, pueda ser saludable introduciendo la salud nutricional y teniendo en cuenta que las personas mayores de esta generación tienen pensiones bajas y no siempre hábitos saludables. Existe una colaboración en las UU. PP. con personas voluntarias para realizar tareas de acompañamiento de dichas personas mayores necesitadas de apoyo.

La formación de formadores en salud en las Universidades Populares

Cuando se crearon las Universidades Populares la población adolecía de falta de educación y cultura. Al cabo de 40 años, los problemas han cambiado, es decir, la sociedad está evolucionando y nuestra adaptación deber ser activa y debe tener una formación permanente, de modo que podamos adaptarnos y acometer los nuevos problemas que surgen, tales como:

  • Soledad no deseada.
  • Conductas emocionales.
  • Conducta medioambiental responsable.
  • Nutrición.
  • Comprensión de una sociedad en cambio permanente.
  • Envejecimiento permanente con las consiguientes nuevas enfermedades.

Es, pues, en este aspecto de los profesionales que se deberán de dedicar a la formación y acompañamiento de dichas personas (en las áreas de Salud de las Universidades Populares) en donde deberemos hacer un esfuerzo a la hora de dotar a cada UP de un equipo de trabajo que pueda abarcar tanto los nuevos problemas como los que puedan aparecer.

Es necesario abordar dichos problemas desde perspectivas médicas, sociales, ambientales y culturales. Con todo esto estaremos construyendo una sociedad más igualitaria, más justa y, a la vez, más libre.

La relación entre los diferentes proyectos de Universidades Populares sería necesaria para obtener intercambios de experiencias, puesto que un aspecto importante es que entre las UU. PP. se entremezclan lo rural y lo urbano, sociedades ambas necesarias para un mejor desarrollo y aprovechamiento de la formación y las actividades que se realizan.

Se debería crear un banco de experiencias en el área de salud y fomentar su intercambio, no solo en el Estado español, sino con otros países de Europa, puesto que estamos dentro de una comunidad más global. Dicho intercambio con Europa reforzaría aspectos como la solidaridad, el conocimiento de otras sociedades y conocer cómo abordan los problemas relativos a la salud.

Las UU. PP. somos instituciones públicas y por eso nuestro papel es el de contribuir a un desarrollo del bienestar social para hacer más sólida nuestra democracia y fortalecerla mediante la participación social de los ciudadanos. Esto se debe llevar a cabo junto a colectivos y población en general.