Me llamo Manuel y conocí el proyecto de la Universidad Popular por casualidad, igual que cuando conoces a una mujer y te enamoras de ella para toda la vida. Eso es lo que me pasó a mí. Estaba haciendo la tesis de doctorado en la universidad, pero enseguida me identifiqué con unos valores, una historia y un enfoque de la educación desde un punto de vista diferente que me cautivaron. De modo que tomé la libreta y el lápiz y me dediqué a construir un proyecto educativo en mi ciudad.
Han pasado muchos años desde entonces, tantos que hoy, cuando ya peino canas, intento recordar los éxitos, así como el esfuerzo que implicó superar los problemas que iban apareciendo. Yo estaba convencido, pero era necesario hacer comprender a otras personas lo que significaba este proyecto.
Leí atentamente el cartel de la puerta. Sé que muchos habéis adivinado lo que dice, pero si no es así, tened paciencia…
“Las Universidades Populares nacieron para la emancipación y la libertad en la conversación y la negociación para la imaginación de otro posible orden de las cosas” (Congreso de Cáceres, 2008). Eran los tiempos de Blasco Ibáñez (1867-1928). Las UU. PP. son “un lugar donde todos y todas pueden entrar, donde la enseñanza se viste con ropajes de fiesta y la ciencia se sirve como una diversión”. Desde sus orígenes estuvieron orientadas a un público plural. De la Universidad Popular de Madrid (1904) se afirmaba que “en ella caben todas las creencias” y, esto se reflejaba en su práctica educativa.
No voy a seguir exponiendo los diversos hechos y actividades que han tenido lugar a lo largo de la dilatada historia que tiene este proyecto. Cada ciudad, pueblo o persona ha tenido sus propias experiencias movidas por un admirable deseo de mejorar por medio de la cultura y la educación.
La educación no consistía en conocimientos y saberes, sino en formarse de una cierta manera. Este movimiento no nace de la nada, ya que en nuestro país la educación tiene una larga trayectoria: mujeres y hombres que han creído en la libertad, la igualdad y en la educación como un modo de aspirar a más en la vida y en el empleo.
La educación es un medio que nos lleva al empleo, a la formación de las capacidades y a las competencias de la vida. El empleo es vida.
Iniciaron su andadura movimientos renovadores y pedagógicos, como la Institución Libre de Enseñanza, las Misiones Pedagógicas o la Federación Universitaria de Estudiantes (FUE). Recuerdo las palabras de Carmen Michelena, fundadora de varias UU. PP. y alumna de la Institución Libre de Enseñanza de Giner de los Ríos: este es un “modelo por y para la democracia”. Creo que esta frase la implantamos en el corazón de cada hombre y mujer que a lo largo de los años han asistido a las UU. PP. y que se la hemos transmitido a todas y todos los participantes.
En sus orígenes, fue un proyecto que se sustentaba en el krausismo, que buscaba el progreso humano basado en la perfección moral. Se trataba de un movimiento pedagógico que abarcaba todas las materias desde la infancia: matemáticas, geografía, lengua, etc. La conversación era un recurso pedagógico importante y se alentaba al alumnado a investigar y a desarrollar sus propias ideas. A ser creativos, en definitiva. No había libros de texto, pero sí una biblioteca a la que acudían constantemente. La lectura se convertía, de este modo, en un acto natural.
En aquellos años hace su aparición un concepto fundamental: la coeducación. Qué adelantados estaban aquellos hombres y mujeres con su mentalidad abierta; ciudadanos libres y críticos en vez de los robots planificados e idénticos como latas de conservas que después produciría la enseñanza tradicional.
Estos pioneros están en el ADN del proyecto de las Universidades Populares que, al cabo de los años, se ha ido enriqueciendo con las aportaciones de congresos, jornadas o aquellos festivales del aprendizaje a lo largo de la vida.
He visitado la biblioteca como sigo haciéndolo muchos días, casi como una rutina después del primer café. Un hecho que marcaría mi devenir en el ámbito educativo.
Allá por los años 80, mi ayuntamiento quiso alfabetizar sus barrios y pedanías (pequeños núcleos rurales de entre 100 y 1500 habitantes que no disponen de ayuntamiento propio). Para ello nos unimos un grupo de mujeres y hombres ilusionados por alfabetizar a los mayores en las letras y el cálculo y por ayudar a los jóvenes que no encajaban en el sistema tradicional a superar la Educación General Básica (EGB).
Me subía en mi seiscientos y me desplazaba a esas pedanías por la noche, cuando las labores agrícolas habían terminado, y lo hacía en cualquier época del año, ya hiciera frio o calor. La cinta métrica era mi recurso pedagógico para enseñar cálculo a los mayores. A los jóvenes les impartíamos las materias que nos imponía la Administración. Pero si una noche no resolvíamos el problema de calcular los metros cuadrados de un rectángulo, salían otros temas a relucir, como la forma de mejorar su situación personal y la importancia de la formación para el empleo o para sus aspiraciones de prosperar. Y siempre me asaltaban las dudas y la incertidumbre acerca de mi forma de enseñar y sobre si ellos aprendían o no, ya que una cosa es enseñar y otra aprender.
Descrita en breves pinceladas, en la educación tradicional hay una persona que habla y las demás escuchan. Lo importante es la transmisión de conocimientos, y que escuchen. Lo que está en los libros es mucho más importante que lo que el alumnado pueda descubrir o aportar. El profesor está separado físicamente del alumnado, en un lugar reservado para su labor, que es verdaderamente la importante. Se imparten sesiones horarias programadas que, afortunadamente, son reemplazadas por sesiones de trabajo que se rigen por un criterio temporal variable según la naturaleza de la actividad. Las materias se exponen aisladas o de manera independiente. Dichas materias reflejaban la división por sectores de la realidad. Se levantaban barreras mentales entre las materias, y al alumnado le resultaba difícil imaginar que lo que aprendían en una asignatura podría tener relación con la otra, ya que la realidad era presentada fragmentada o en partes diferentes.
Afortunadamente, las cosas van cambiando y los métodos de educación se adaptan mejor a los discentes empleando métodos más participativos y formas de enseñanza muy renovadoras.
En palabras de Carmen Saban, de la Universidad Complutense de Madrid: “En una sociedad como la nuestra, cuyo protagonista son las llamadas ‘nuevas tecnologías de la información y la comunicación’, se están realizando importantes transformaciones sociales y económicas que afectan a las formas de organización de la producción y los servicios, al papel de la familia, al educacional concepto tradicional del trabajo y al papel que las instituciones formativas están desempeñando en la sociedad”.
En relación con esta nueva concepción del trabajo, la educación desempeñará una función clave, tanto para socializar a los jóvenes y garantizar su transición a la sociedad adulta como para adecuar a los trabajadores adultos ante los rápidos cambios socioeconómicos que se están produciendo. Sigue diciendo Carmen Saban: “Es necesario fomentar medidas y políticas encaminadas al sostenimiento de las nuevas condiciones económicas de nuestra sociedad y a la generación de competencias necesarias en jóvenes y adultos para aprovechar las nuevas oportunidades”. Pero, a la vez, también es necesario fomentar otro tipo de competencias y de variables en el marco de la relación educación/trabajo.
Y ahí se diferencia el valor de la Universidad Popular, que cuenta con otras variables igual de importantes tanto en el desarrollo de las personas como en el trabajo.
Me levanto y la bibliotecaria, Mercedes, me llama desde el escritorio para indicarme un libro que podría interesarme.
—Manuel, aquí lo tienes. Se llama Las Misiones Pedagógicas 1931-1936, editado por Publicaciones de la Residencia de Estudiantes.
Abro el libro y veo esa fotografía donde unos niños de las Alpujarras asisten al cine de las Misiones de 1933. Esos ojos perdidos, esa mirada de asombro, esas bocas abiertas. La magia del cine también enseña.
O esa otra fotografía de unos campesinos durante una representación del teatro y el coro del pueblo en Valdepiélagos en junio de 1932. “Con el teatro no se podía llegar a las aldeas incomunicadas, pero hemos pensado que este inconveniente podía solucionarse llevando teatro de guiñol”. La creatividad también era una forma de educación.
Sucedió algo y la guerra lo paralizó todo. La democracia se rompió como un espejo de cristal y comenzó una época oscura; ya no había ojos alegres, sino ojos perdidos.
Con la llegada de la democracia recién conquistada se produce en España una gran dinamización social. Los ayuntamientos empiezan a contemplar el gran valor de los proyectos que dinamizasen los movimientos ciudadanos de los barrios, pueblos, y en aquel momento nacía el germen de la Universidad Popular de Lorca: el desarrollo de una ciudadanía activa y comprometida que se caracterizaba por:
- Potenciar la educación en valores como eje del desarrollo humano.
- Satisfacer las exigencias de la sociedad del conocimiento.
- El aprendizaje de la UP es colectivo y fortalece los lazos en el seno de la comunidad.
- Se trabajan los valores democráticos.
- Elaboramos itinerarios formativos en los que la motivación es muy importante a la hora de elegir libremente lo que se quiere aprender.
- El aprendizaje en las UU. PP. es un motor de cambio social.
- El currículo está abierto a muchas disciplinas, lo cual permite que cada persona escoja su propio aprendizaje.
- Empezamos a programar el acceso a la universidad para mayores de 25 años cuando no había ninguna oferta para la preparación de estas pruebas. La Universidad Popular de Lorca ofreció esas oportunidades y hoy tenemos la satisfacción de que muchos de los que empezaron a prepararse con nosotros han terminado sus estudios universitarios.
- La formación en las nuevas tecnologías; fuimos los primeros en organizar cursos de capacitación en informática como preparación para el empleo.
También recuperamos tradiciones que se estaban perdiendo, y que van desde la artesanía a los grupos folclóricos de cuadrillas y cantos de Pascua, entre otros.
En definitiva, hemos contribuido a la dinamización de nuestra ciudad desde diferentes puntos de vista, como el social, con proyectos con colectivos desfavorecidos (por citar un ejemplo, fuimos los primeros en ofrecer clases de español para personas de habla árabe), y como el educativo, mediante la alfabetización y la preparación para la enseñanza superior, la enseñanza de idiomas y las actividades culturales (cine, fotografía, teatro, etc.), que por lo general no están cubiertas por otras entidades.
Y nuestra seña de identidad es el trabajo por la igualdad y los derechos de la mujer:
- Compromiso con las necesidades de las mujeres.
- Mejora de la autoestima para favorecer el empoderamiento de las mujeres y capacitarlas tanto en lo profesional como en lo emocional.
- Animarlas a emprender y a que creen sus propios empleos.
En los años 80 se crean los Centros de Educación de Personas Adultas y se dotan de espacios propios (casas de cultura, centros sociales, Universidades Populares).
Mercedes se levantó y se acercó a la entrada a la biblioteca. Miró hacia atrás.
—Manuel, ¿ya te vas? —preguntó con gesto compungido.
—Sí —contesté.
Mis recuerdos cada vez se avivan más en mi cabeza. Y lo mejor de todo es que mi corazón se abre y no tiene sitio para guardar a todas las personas y todas las experiencias vividas.
La Universidad Popular ha contribuido, con sus competencias y facilidad de adaptación, a contextos y discursos de diferente origen y procedencia.
“La competencia toma apoyo siempre sobre la formación. No importa la manera de adquirirla. En este sentido, la experiencia tiene que ser considerada como una formación lograda a lo largo del tiempo” (García Fraile).
Por eso son tan importantes las empresas y la educación formal como la no formal, puesto que ambas se complementan en la formación de competencias útiles que sirvan a los propios trabajadores. En este campo las Universidades Populares son importantes porque, empleando su propia metodología, capacitan en otras competencias que, generalmente, no se plantean en la educación reglada o superior, o se hace de una forma colateral. Por eso, deben ser también pioneras en el trabajo en las competencias blandas y en el Tercer Contrato Social de la Educación.
Dicen García Fraile y Ramos Zamora: “El capital humano, elemento activador del proceso productivo, es el stock de técnicas y conocimientos útiles y valiosos de la mano de obra, generado gracias a un proceso de educación y formación permanente. De este capital humano, más que de cualquier otra cosa, depende nuestra riqueza y la riqueza de las generaciones futuras”.
Una buena formación prepara al individuo para afrontar futuros retos profesionales. Uno de ellos es la sociedad futura y su sistema económico. Tal como dicen estos autores, es necesario y decisivo llevar a cabo programas de formación de adultos centrados en la persona que aprende, en sus capacidades, destrezas y valores; en definitiva, esta se convierte en la propia meta del aprendizaje. De este concepto parten las Universidades Populares para enseñar la manera de:
- Actuar en contextos en constante cambio poniendo en marcha destrezas cognitivas generalizadas.
- Tomar decisiones y adquirir responsabilidades.
- Trabajar en grupo de manera activa.
- Ganar en autoestima, autoconcepto y autonomía.
Aquella mañana de 1986, una vez aprobada la oposición, me presenté ante el alcalde creyendo que dispondría de una infraestructura y unos recursos para poder iniciar la andadura de la Universidad Popular. Le pregunté dónde estaba la Universidad Popular y me respondió que la tenía delante: una mesa y una silla. Añadió que la UP tiene que crecer en el corazón de los ciudadanos y ciudadanas. “Llévate un proyector de Super-8 y vete a poner cine por las pedanías, como en las Misiones Pedagógicas”. Creo que proyecté más de 50 veces la película Aterriza como puedas, título muy apropiado para la situación del momento.
Luego vinieron proyectos y programas de todo tipo, pero la inclusión de la UP en la Federación Española de Universidades Populares (FEUP) fue un punto de inflexión para poder realizar otros programas impensables en el sector de la formación del empleo y de lo social o educativo. La Universidad Popular daba respuestas a los ciudadanos y colectivos, y 36 años después continúa creciendo.
Decía Miguel de Unamuno que la lengua la hace el pueblo y no los académicos, en el sentido de que la Real Academia Española no dicta normas, sino que recoge el uso de la lengua, y cuando el uso de una modalidad de la lengua esta contrastada y asentada es cuando se incluye en su Diccionario.
En un contexto similar, eso es lo que ocurre con las Universidades Populares, que deben complementar a las universidades tradicionales y a la Formación Profesional. Tanto la universidad reglada como la Formación Profesional son de gran utilidad, pero todo tiene su contrapunto. Cualquier mecanismo cuyo fin sea modificar o crear un nuevo grado de Formación Profesional es lento y está pensado y, generalmente, dictado por personas que no van a recibir esa formación. El valor que tiene la Universidad Popular es que, como su propio nombre indica, es el pueblo, al igual que sucede con el idioma, el que acelera todo tipo de movimiento y lo convierte en un ser vivo y real que responde a las necesidades que se plantean.
El mercado laboral ha cambiado en los últimos 20 años, yo diría incluso que en los últimos cinco o tres años. Y es muy difícil que ese impulso que la formación para el empleo necesita para su adecuación a los nuevos conocimientos se pueda implantar con los mecanismos burocráticos o administrativos de la universidad tradicional o la Formación Profesional, mientras que la agilidad que caracteriza a las UU. PP. es lo que las acerca no solo al pueblo, sino también a las empresas y a las necesidades de estas en cuanto a la incorporación de nuevos empleados.
Las Universidades Populares, pegadas a la realidad de los pueblos, pueden modificar y adaptar su formación a aquellos que viven la situación más cerca. Las UU. PP. ofrecen una gran capacidad de adaptación complementaria de la que carece la educación formal. No hay nada mejor que preguntar a las propias empresas y a los empresarios por sus necesidades, por las vacantes que deben cubrir, ya que el mercado laboral es una mezcla entre velocidad y profundidad. Pero las Universidades Populares deben construir un marco de referencia mental que sirva para toda la vida del alumnado, en vez de para desempeñar un trabajo concreto que quizá ni siquiera exista en su entorno laboral cuando acaben sus estudios.
La gran labor de las Universidades Populares consiste en una forma de enfocar los problemas, de aprender, de pensar y de enfrentarse a las cosas, y es válida para toda la vida. Por supuesto que hay que pensar en el entorno laboral, pero también en el ámbito vital, y eso es lo que buscan hoy las empresas en vista de la celeridad con la que se mueve el mercado del trabajo Y esta es la gran oportunidad que tienen las Universidades Populares.
La gran distancia entre la formación superior y las tendencias del mercado laboral supone un gran problema. Hay que preguntar a los profesionales del sector los perfiles que se necesitan en el mundo del trabajo, y no hay nada mejor que la agilidad de una Universidad Popular para proporcionarlos. Esa formación tiene que estar muy próxima a modelos que ofrezcan flexibilidad horaria y una formación continuada y adaptada a la nueva realidad vital ante la que nos encontramos.
Como cada mañana, paseando por el Parque de las Alamedas recordé las palabras de una compañera acerca de la UP: “Aporta a la ciudadanía innovación, compromiso y cercanía”. Mientras camino, pienso en que estas tres palabras definen muy bien lo que les aporta la Universidad Popular a los ciudadanos.
Abrí una libreta donde tenía apuntados diversos retos planteados en diferentes congresos con el fin de mejorar mi trabajo de cada día:
- Sostenibilidad del proyecto; tenemos que reinventarnos, sobre todo en la actualidad, recurriendo a la máxima creatividad y calidad.
- La Universidad Popular tiene un valor pedagógico innovador, en especial por su trayectoria pedagógica histórica vinculada a los mejores pensadores.
- El aprendizaje a lo largo de la vida se centra en aquellas personas que quieren aprender y que pueden elegir libremente lo que les interesa aprender.
- Un lugar de encuentro que ofrece la oportunidad de pensar colectivamente.
- Un proyecto que contempla el conocimiento integral con temas transversales, como la integración, la igualdad, el medioambiente, el desarrollo sostenible, el emprendimiento y la empleabilidad.
Cerré la libreta.
Caminé hasta llegar a la Universidad Popular y volví a leer el letrero que tantas veces había leído ya.
Empieza por tener deseos que sean el motor de tu vida y que te permitan disfrutar el momento y, antes de pensar en todo lo que te falta, escribe todo lo que ya tienes.
Miré el letrero, que rezaba:
“Que uno es lo que hicieron de él”.
Sin embargo, yo creo que somos lo que hacemos para cambiar lo que somos.