Envejecimiento activo saludable, tres aspectos que todas las personas consideramos importantes y deseables pero en los que, sin duda, debemos seguir avanzando desde lo individual, lo colectivo y lo institucional para intentar conseguirlos.
Las Universidades Populares, por su proximidad a la ciudadanía, su estructura, sus acciones y la alta participación de personas mayores, son y seguirán siendo un recurso esencial para contribuir al logro de este objetivo.
Nos debemos plantear si el envejecimiento activo se queda en deseable o puede traducirse en acciones concretas y multidisciplinares que la conviertan en real, empírica. Esta es una de las principales reflexiones que se harán a lo largo de este capítulo para seguir incidiendo en métodos y propuestas que contribuyan al logro de un proceso de envejecimiento sano, sereno, ilusionante, activo, participativo y feliz que mejore la calidad de vida de las personas de edad avanzada y, por tanto, de toda la población.
El envejecimiento es un proceso inevitable, irreversible y, como decía Rocío Fernández-Ballesteros (doctora en Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad Complutense de Madrid), hasta cierto punto ”deseable”; lo que podemos modificar es cómo realizamos este proceso desde todas las áreas que afectan a los seres humanos, de forma integral, para que sea positivo.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), en 2022 el 22 % de la población mundial tendrá más de 60 años, por lo que su bienestar sigue siendo y será una prioridad para los gobiernos y un reto individual. Desde el año 2012 en la UE se planteó la necesidad de orientar programas y políticas al envejecimiento activo, así como establecer un marco que permitiera fomentar y promocionar iniciativas y colaboraciones a todos los niveles: Estados miembros, interlocutores/as regionales, locales y sociedad civil.
En España, donde el porcentaje de la población mayor de 65 años es de casi el 20 % (datos del INE, 2021), se pusieron en marcha diversos programas orientados al logro del envejecimiento saludable y activo mediante la ampliación de prestaciones sociales, la inversión en centros de día, programas de balneario y accesibilidad, la elaboración y el desarrollo de la Ley de Autonomía Personal y la conocida como Ley de Dependencia, entre otras. Sin embargo, aunque han supuesto grandes mejoras, queda mucho aún por hacer para lograr el objetivo previsto. Por ello, es importante seguir reflexionando y proponiendo nuevas acciones en este sentido.
Una de las cosas sobre la que debemos reflexionar es a qué llamamos envejecimiento. Este es un concepto que casi siempre se ha abordado desde el punto de vista biológico y médico, al considerar la edad como el factor determinante, y la inactividad social, como una consecuencia de este factor, pero, si observamos las evidencias actuales, nos indican que podemos verlo desde otro punto de vista.
Existe una gran variedad de formas de envejecer. El ser humano envejece de diferente manera en función de sus hábitos y sus interacciones con el contexto sociocultural en el que viven, lo que le convierte en un agente activo en su propio proceso de envejecimiento. Por tanto, depende de cómo se adapten las personas desde el punto de vista cognitivo, emocional y motor a los entornos, momentos y situaciones a las que se enfrenten en la vida.
Teniendo en cuenta lo anterior, para llevar a cabo este proceso de forma saludable, debe iniciarse a edades tempranas, optimizando los recursos en la infancia y adolescencia, maximizándolos en la vida adulta y manteniéndolos en buen funcionamiento durante la vejez, e incluso compensando posibles declives.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), los aspectos que mejoran la calidad de vida de las personas de edad son:
Si las políticas sociales, las entidades del tercer sector y las propias personas observan el proceso de envejecimiento desde esta perspectiva, las personas mayores serán activas en sus hábitos, pensamientos, acciones, etc., como inversión de futuro para un proceso de envejecimiento feliz y en las mejores condiciones posibles. Por otra parte, y para lograr el éxito en este proceso, se muestra la necesidad de invertir presupuesto y esfuerzo en la elaboración de programas diversos desde varios ámbitos (la escuela, el trabajo, la red de recursos locales, etc.), en diferentes edades y teniendo en cuenta las distintas capacidades.
Por otra parte, invertir en el logro del envejecimiento activo podría repercutir muy positivamente en un desarrollo social más equilibrado, tanto a nivel económico, (con la consiguiente reducción del gasto sanitario), de recursos sociales y de servicios asistenciales como a nivel social y emocional, reduciendo la inactividad y las consecuencias de la soledad no deseada.
La importancia de conseguir que, desde edades tempranas, se implante en la conciencia y la conducta de las personas su implicación y su colaboración en las actividades que acontecen en su comunidad o localidad sería fundamental no solo porque esto les proporciona un sentimiento de utilidad, actualización continua, relaciones intergeneracionales, desarrollo de estrategias de adaptación, intervención social directa y activa, y, en general, aprendizaje continuo a lo largo de su vida, sino porque, además, supone rentabilidad socioeconómica importante.
¿Son posibles las implicaciones y colaboraciones sociocomunitarias por parte de las personas de edad avanzada?
La respuesta es que no solo es posible la intervención social y la participación, sino también saludable para las personas mayores y para toda la ciudadanía.
Cuando residía en Manchester (Reino Unido) colaboré en un centro de mayores; allí observé que las personas mayores se enfrentaban de forma muy diversa al envejecimiento, pero, sin duda, las que se mostraban mejor adaptadas a ese periodo de su vida y con mejor nivel de satisfacción eran las que dedicaban parte de su “tiempo libre” a realizar contribuciones de forma organizada, altruista y activa a la comunidad y a la vida en sociedad.
Algunos ejemplos de acciones comunitarias que realizaban las personas de edad y que demuestran que esto es posible son: la regulación del tráfico de vehículos en los pasos de cebra de los barrios, colaborando, así, en la seguridad de los niños y las personas con diversidad funcional; la organización y el mantenimiento de pequeños viveros para favorecer la renovación de flores ornamentales en jardines del distrito; la conservación de los campos de petanca y críquet donde ellos y ellas disfrutaban de su ocio; el establecimiento de redes de apoyo a otras personas mayores del vecindario, con mayor nivel de dependencia, además de charlas, conferencias y asesoramiento gratuito, entre otras.
En España, a partir de mi experiencia en las Universidades Populares españolas, constato que son un recurso que evidencia los beneficios de la contribución e implicación de la ciudadanía, especialmente de las personas de edad, tanto en su vida personal como en el desarrollo local.
Las Universidades Populares, por su carácter municipalista, su proximidad a la ciudadanía (especialmente en el ámbito rural), su capacidad de adaptación y su variada oferta de actividades orientadas a favorecer la participación social y el aprendizaje a lo largo de su vida, han contado desde hace décadas, y cuentan en la actualidad, con una amplia participación de personas mayores, especialmente mujeres, en todas sus acciones.
Desde las Universidades Populares que componen la Federación Española de Universidades Populares (FEUP) se ofrecen, entre otras, actividades culturales (cine, teatro, exposiciones…), formativas y educativas (cursos y talleres de adquisición de competencias básicas, desarrollo de capacidades, nuevas potencialidades…), de crecimiento personal (cuidado de la salud, autoestima, habilidades sociales, creatividad…), de contribución al logro de retos sociales (capacitación tecnológica, conservación medioambiental, igualdad, sostenibilidad…), actividades intergeneracionales, etc., y todo ello teniendo en cuenta tres aspectos esenciales: la demanda ciudadana, la innovación y la actualización continua.
Pero su función más relevante es la de lograr cada día un espacio donde sea posible la relación social, el intercambio de experiencias, la creación de grupos de autoayuda, el aprendizaje, la expresión personal, la transferencia de conocimientos y, en general, convertir a las personas que cada día acuden a las UU. PP. en emisoras y receptoras simultáneamente, tanto de saberes como de apoyo mutuo, lo que, sin duda, contribuye a mejorar su salud emocional, física y social, algo que, como ya se ha comentado, es fundamental para las personas mayores.
No hay que olvidar que la participación social, como reflejaba el Informe de la Asamblea General de las Naciones Unidas, tiene muchos beneficios:
- Mejora el estado de ánimo y la autoestima. El sentido de pertenencia a un grupo y a una comunidad influye en nuestra identidad y autoestima. Un entorno rico en relaciones significativas, así como la percepción de apoyo social, ayuda a mejorar el estado de ánimo y la autopercepción.
- Mejora la autonomía y la actividad. Tener acceso a recursos que ofrezcan actividades de disfrute y de contacto con otras personas aumenta la sensación de productividad y motivación por la vida.
- Previene los perjuicios de la soledad no deseada y fomenta el bienestar emocional. Reduce el malestar emocional asociado al aislamiento.
- Favorece la organización del tiempo en actividades significativas. Aporta, además de mantenimiento físico por movilidad, una mejor organización del tiempo en la rutina diaria.
- Reconocimiento social y sentido de pertenencia a la comunidad, la que, a su vez, se ve enriquecida por las personas de edad gracias a sus experiencias y saberes. En palabras de Nietzsche, “Quien tiene un porqué para vivir puede superar casi cualquier cómo”.
Importancia de los cuidados de la salud en el proceso de envejecimiento
Este año en el Día Mundial de la Salud, el 7 abril de 2022, la campaña de la Oficina Regional Europea de la OMS irá dirigida a hacer un llamamiento a toda la ciudadanía europea para reimaginar un mundo donde el aire, el agua y los alimentos limpios estén disponibles para todas las personas; donde las economías se centren en la salud y el bienestar planetario y humano, y donde las ciudades, los pueblos y las comunidades saludables estén centrados en las personas, en crear condiciones para tener una vida mejor. Se promoverán mensajes y actividades que muestren cómo las elecciones individuales y los comportamientos sociales impactan en las personas y en nuestro medioambiente.
Podríamos resumir que debemos poner el foco en lograr una salud equitativa tanto para ahora como para las generaciones futuras sin traspasar los límites ecológicos, con la colaboración de la ciencia (cuyo fundamental poder se ha puesto especialmente en relieve durante la pandemia de la covid-19), el compromiso de las diferentes Administraciones y la implementación de medidas preventivas y colaborativas de la ciudadanía.
La OMS define el envejecimiento como un proceso en el que “los cambios que constituyen e influencian son complejos. En el plano biológico, el envejecimiento está asociado con la acumulación de una gran variedad de daños moleculares y celulares. Con el tiempo, estos daños reducen gradualmente las reservas fisiológicas, aumentan el riesgo de muchas enfermedades y disminuyen en general la capacidad intrínseca de la persona”.
La prevención para mantener la salud es algo importante sobre lo que hay que reflexionar, ya que, aunque para la mayoría de las personas tener salud es una prioridad, la realidad refleja que, a menudo, no se llevan a cabo las medidas preventivas que orientan hacia su logro; a pesar de que estas puedan ralentizar o mejorar la progresión de una enfermedad, a la mayor parte de los seres humanos nos cuesta mucho cambiar los hábitos perjudiciales y consolidar en su vida unos hábitos saludables.
En muchas ocasiones conocemos cuáles son esos hábitos que harían nuestra vida más saludable (actividad física continuada, dieta equilibrada, higiene, sueño reparador, control emocional, socialización…), sin embargo, en la mayoría de los casos necesitamos apoyo profesional, conocer e integrar en nuestras vidas métodos que potencien la salud integral y, sobre todo, mantener interés y perseverancia para conseguirlo.
Por lo tanto, el envejecimiento saludable, según fundamentos geriátricos, pasa por integrar en la rutina diaria hábitos de salud a nivel mental, social y físico como una inversión a la hora de afrontar las consecuencias del envejecimiento de la mejor manera posible, y con ello, mitigar posibles efectos adversos, que son frecuentes, tales como dolores de espalda, insomnio, soledad no deseada, deterioro cognitivo, falta de agilidad física, inmovilidad, etc.
Con el fin de obtener resultados favorables hay que reiterar la importancia de no olvidar contemplar al ser humano como un ser formado por la integración de varias dimensiones (biofísicas, mentales y sociales), lo que indica que para desarrollar una vida satisfactoria hay que cuidar y potenciar varios aspectos:
- El cuidado de la mente y el cuerpo, manteniendo las capacidades físicas y cognitivas.
- El desarrollo de la parte intelectual a través de la educación, la cultura y la formación en competencias.
- El mantenimiento de la motivación y el estímulo por proyectos futuros de mejora, integración y aprendizaje.
- La realización de actividades diarias que favorezcan la comunicación y las relaciones familiares y sociales.
Los beneficios de optar por una vida en la que se cuide y potencie estos aspectos pueden lograr mejorar la calidad de vida, principalmente de las personas de edad, pero también de toda la sociedad, e incluso el desarrollo de un país. Estos beneficios son:
Aumenta la vida útil entre tres y cinco años.
Se reduce el riesgo de caídas y de lesiones o fracturas de cadera en un 40 %.
Previene accidentes vasculares y cerebrovasculares.
Se mantiene la capacidad pulmonar.
Mejora la filtración renal, la eliminación de toxinas y el tránsito intestinal.
Se reducen las probabilidades de desarrollar demencia.
Restablece la movilidad y la tonificación muscular.
Favorece su independencia.
Evita la disminución de las capacidades cognitivas.
Favorece el equilibrio emocional.
Mejora la relajación y el descanso nocturno.
Se reducen las consecuencias de la soledad no deseada, como la depresión, la ansiedad, el insomnio…
A nivel económico, se reduce el gasto sanitario y en servicios sociales.
Promueve el aprendizaje a lo largo de la vida.
Permite el aprovechamiento de la experiencia y de los conocimientos que aportan las personas mayores.
Las personas que trabajan como cuidadoras en las instituciones de atención a las personas mayores, en numerosas ocasiones relatan que las y los residentes que realizan estas actividades, con frecuencia, se muestran más colaborativas, flexibles, alegres, integradas y seguras. Dicho con sus palabras, “merece la pena vivir”.
Es importante, por lo tanto, que, desde las entidades públicas, el tercer sector y la iniciativa privada, se proporcione a las personas de edad, independientemente de su nivel de dependencia, las opciones que contribuyan a mejorar su calidad de vida.
Un aspecto que hay que destacar es la importancia de promocionar el envejecimiento activo sin olvidar que es posible en diversos niveles de dependencia. Las personas que sufren dificultades para hacer las actividades básicas de la vida diaria no deben estar excluidas de estas opciones; la única medida que debemos tener en cuenta es adaptar las actividades antes mencionadas a las capacidades de dichas personas. Es solo una cuestión de “método”.
La mayor parte del alumnado de los cursos de Atención Sociosanitaria a Personas Dependientes que trabajan tanto en instituciones como en la atención domiciliaria comenta cómo, desde los cuidados, en pocas ocasiones se potencian capacidades cuando los niveles de dependencia avanzan. Los cuidados son claramente asistenciales y se olvidan en muchos casos de potenciar las capacidades físicas y cognitivas, la motivación, la atención colaborativa, la comunicación y el aprendizaje, lo que contribuye al detrimento de la salud en vez de enlentecer el progreso de la enfermedad que ocasiona dicha dependencia. Como consecuencia de este tipo de atención, se observa una evolución más rápida en los grados de dependencia, una sobrecarga cada vez mayor para las personas cuidadoras, un aumento del gasto privado y público, inseguridad, inadaptación, etc.
Por el contrario, potenciar capacidades (especialmente en personas con niveles I y II de dependencia) reducirá los daños ocasionados ella, contendrá durante el mayor tiempo posible el avance del nivel de dependencia y reducirá las consecuencias que una atención exclusivamente asistencial ocasiona.
Es decir, “vivir el mayor tiempo posible con la mayor de calidad de vida posible” es un reto futuro que debemos saber afrontar y en el que debemos hacer mayor hincapié e inversión sin excluir a ninguna persona.
Propuestas para incrementar la calidad de vida de todas las personas mayores
Tras hacer un recorrido por las necesidades de las personas mayores expresadas el Día Internacional de las Personas de Edad (promovido por la ONU), podemos observar que para seguir el camino correcto hay que tener en cuenta que:
- Las personas mayores necesitan elegir sus propios valores y procedimientos, para lo que sería importante conocer sus valores, instruirlas en la expresión de dichos valores y planificar conjuntamente programas de cuidados personalizados.
- En mi trayectoria como formadora del Curso de Atención a Personas Mayores, en muchas ocasiones el alumnado ha comentado que este precepto tan claro no es una realidad en la atención directa a las personas mayores, ya que en los Planes de Atención Individualizada (PAI) que se elaboran y aplican, en pocas ocasiones se tiene en cuenta su opinión y decisión; más bien al contrario, se “imponen por su bien”, sin tener en cuenta su implicación y, por ende, su posterior colaboración en la consecución de los objetivos planteados. ¡Esto es algo que nos tiene que dar que pensar!
- Las personas de edad necesitan comunicarse y relacionarse, para lo que es importante el apoyo dirigido a manifestar temores, implicarse en los programas de cuidados, expresar su sexualidad, fomentar las habilidades sociales y favorecer la participación en actividades lúdicas, excursiones, la pertenencia a asociaciones, voluntariado social, etc. Y, por supuesto, favorecer la transmisión del saber y la experiencia que atesoran.
En este sentido, no podemos olvidar la comunicación digital, principal reto del Día Internacional de las Personas de Edad, celebrado en 2021 y cuyo lema era “Equidad digital para todas las edades». La comunicación digital es una realidad que no debemos obviar y que todas las personas debemos saber utilizar.
Las conclusiones del Consejo de la Unión Europea sobre derechos humanos, participación y bienestar de las personas mayores en la era de la digitalización revelan que tan solo una de cada cinco personas (20 %) de 75 años o más de la Unión Europea utiliza internet, al menos, ocasionalmente, en comparación con el 98 % de las personas de 16 a 29 años.
Teniendo en cuenta la importancia de la comunicación en la vida diaria, se pone de manifiesto la necesidad de que las personas mayores también intervengan en el mundo digital en el que estamos inmersas. Las actividades digitales garantizan cada vez más la participación y la inclusión social, cultural y económica y ayudan a prevenir el aislamiento social, no solo en tiempos de pandemia. Pero para algunas personas mayores la digitalización puede ser un obstáculo y sería necesario mejorar las capacidades digitales y la accesibilidad de los servicios digitales a fin de superar estas barreras.
Para ello es importante:
- Fomentar el acceso de las personas de edad a recursos culturales, educativos y de aprendizaje relacionados con el desarrollo de capacidades digitales.
- Fomentar la accesibilidad de las personas mayores que no puedan beneficiarse del uso de las tecnologías digitales.
- Capacitar a las personas de edad que lo necesiten para utilizar los recursos digitales en la realización de tareas cotidianas a través de medios e infraestructuras digitales que sean accesibles.
- Apoyar en el uso de servicios de telemedicina, banca telemática, prensa digital, etc., con el fin de favorecer su integración en el mundo tecnológico y digitalizado en el que estamos inmersas.
- Integrar en los servicios asistenciales la digitalización y la tecnología del bienestar, como la teleasistencia y los cuidados de larga duración.
- Favorecer las relaciones familiares y sociales desde las plataformas digitales y el uso seguro de las redes sociales.
- Utilizar la tecnología como vehículo de transmisión de la sabiduría de las personas de edad avanzada.
Procedimientos que podrían afrontar los retos destinados a lograr el envejecimiento activo
El Libro Verde sobre el Envejecimiento, publicado por la Comisión Europea en 2021, aborda distintos aspectos de especial interés, tales como la educación y la formación en una perspectiva de aprendizaje a lo largo de la vida, el aprovechamiento de la vida laboral, el planteamiento de nuevas oportunidades y desafíos en la jubilación, la satisfacción de necesidades en materia de asistencia sanitaria y cuidados de larga duración o la mejora del bienestar a través de la solidaridad intergeneracional, entre otros.
Para evitar el deterioro de la salud mental y el bienestar de las personas de edad avanzada, la Comisión Europea recomienda invertir en capacidades digitales, desarrollo comunitario y cohesión intergeneracional. Las personas mayores que gozan de buena salud pueden contribuir sustancialmente a generar valor social y económico en nuestras sociedades, de modo que “desperdiciar sus capacidades cognitivas no solo va en perjuicio de su salud mental y física, y de su bienestar, sino que también supone la pérdida de una oportunidad para la comunidad”.
En consonancia con esta perspectiva planteo las siguientes propuestas:
- Detectar las demandas y carencias expresadas directamente por las personas de edad, que podrían hacerles más independientes y activas.
- Planificar actividades innovadoras en función de las necesidades halladas con una clara implicación directa de las personas mayores en el proceso a través, por ejemplo, de comisiones o equipos de trabajo.
- Elaborar un banco de recursos de la zona, o incluso de la comunidad autónoma, que responda a las demandas recogidas y expresadas por las personas mayores.
- Formar a profesionales o personal voluntario en conocimientos, habilidades y técnicas para que desarrollen acciones dirigidas al logro del envejecimiento activo y puedan trasladar a otras personas y/o profesionales dichas técnicas.
- Recopilar y compartir buenas prácticas en el tejido de las Universidades Populares y también externas, tanto a nivel nacional como internacional.
- Apoyar y colaborar con los servicios de atención a las personas mayores para lograr el envejecimiento activo desde la dependencia.
- Colaborar con entidades del tercer sector, servicios municipales, consejería, para la elaboración de planes de prevención (movilidad y ejercicio moderado, nutrición, relajación, control de las emociones, participación y socialización, etc.).
- Ofrecer actividades que faciliten su participación activa y su integración en el mundo digital.
- Contribuir a la formación de grupos de interrelación aprovechando los recursos digitales que ya existen para mantener a las personas mayores conectadas a través de blogs, o redes sociales (con orientación previa, si es necesario).
- Crear grupos de apoyo entre personas mayores.
- Realizar actividades intergeneracionales que permitan el intercambio de experiencia, apoyos y convivencia entre personas de todas las edades.
- Comisiones o equipos de personas de diferentes edades que posibiliten recoger las demandas y detectar nuevas necesidades de las personas mayores.
- Colaborar con las instituciones sanitarias para acercarse a los desafíos a los que deben hacer frente los países en relación con el ODS 3, detectar los trastornos que causan la dependencia y aplicar las medidas que los previenen o reducen.
- Potenciar un aprendizaje significativo que reduzca las brechas con las que se encuentran las personas mayores y mejore la calidad de vida.
Entidades como las Universidades Populares españolas son y deben seguir siendo espacios que promuevan y desarrollen acciones en torno a estas propuestas y, por tanto, capaces de contribuir al logro de un envejecimiento activo en un entorno comprometido con la igualdad, la formación, la solidaridad y el aprendizaje a lo largo de la vida.
Envejecer no es juventud perdida, sino una nueva etapa de oportunidad y fuerza.
Betty Frieda