La educación popular nace a finales del siglo XIX con la finalidad de ofrecer un mayor acceso y participación en la cultura, tanto intelectual como artística, a las clases obreras y con un predominio claro del componente instructivo, a través de escuelas de personas trabajadoras, de Universidades Populares y de extensión universitaria.
Así, se consigue la participación de las clases populares en la cultura al entender el aprendizaje como un constructo de creación de conocimiento, de participación, y con un claro objetivo de transformación. Se luchó por la ampliación y el cambio de la educación pública para convertirla en un lugar donde se ayudara a comprender el mundo y ampliar el espacio de lo público para poner al alcance de la ciudadanía los progresos del conocimiento y la cultura.
Por tanto, supone, además de la socialización del saber, la superación del concepto de educación como cultura elitista e intelectual y la valoración positiva de las Universidades Populares. No deben olvidar estas que son los centros más importantes de la educación permanente y del aprendizaje a lo largo de la vida por muchos factores, entre los que debemos destacar cuatro:
- El valor de la educación permanente y las Universidades Populares en el plano del municipalismo.
- Las Universidades Populares son, como anteriormente se ha mencionado, los centros de mayor importancia en relación con la educación permanente y el aprendizaje a lo largo de la vida, tanto en España como fuera de nuestras fronteras.
- Los nuevos desafíos que se presentan en la actualidad en el ámbito del municipalismo con las políticas educativas.
- La necesidad del ser humano de estar continuamente formándose obliga a que este sea sujeto educativo a lo largo de toda su existencia, lo que facilita el dar una respuesta adecuada a los continuos, múltiples y rápidos cambios que caracterizan a nuestra sociedad del conocimiento.
Todas las personas debemos y necesitamos aprender constantemente y, si está en nuestras manos, hacerlo a lo largo de toda la vida. Desde esta perspectiva general y casi baladí, existe un dilatado y extenso consenso por todas las partes implicadas a la hora de mostrarse de acuerdo acerca de la urgente necesidad de lograr una educación para tod@s a lo largo de toda la vida, un aprendizaje permanente como factor esencial para conseguir mayores cuotas en el ejercicio de los derechos humanos y del desarrollo equitativo y sostenido.
Esa necesidad de aprender a lo largo de la vida proviene fundamentalmente de dos factores:
- La perspectiva antropológica relativa a la propia naturaleza humana.
- Las características que presenta la sociedad actual.
El rasgo definitorio de la época en la que vivimos podemos notarlo en el cambio acelerado y constante que afecta a todos los campos de la actividad humana, como puede ser el aumento de la esperanza de vida, las transformaciones en el mundo laboral, el aumento del tiempo libre, etc.
Tener conocimiento de la realidad, interpretarla, es una tarea compleja, debido, entre otros factores, a que las exigencias profesionales están en constante movimiento. La contribución de las instituciones educativas debe radicar, entre otras, en forjar al estudiantado de todas las edades a ser personas independientes, capaces de aprender, de analizar y comprometerse con la sociedad.
Por otro lado, y siguiendo con la educación a lo largo de la vida, presentamos como finalidades más importantes de este paradigma a:
- Contribuir al bienestar individual, social, cultural y económico de las personas y los pueblos.
- Mejorar la calidad de vida de toda la ciudadanía.
- Fomentar la igualdad de oportunidades en todo el proceso educativo.
La educación es la principal prioridad para la Organización de las Naciones Unidas para la Cultura, las Ciencias y la Educación (UNESCO), ya que se la considera como un derecho universal al servir como base para la consolidación de la paz y el impulso para el desarrollo sostenible, además de servir para fortalecer los sistemas educativos y responder a los desafíos mundiales con un enfoque especial en la igualdad de género.
El futuro de la educación empieza por aprender a transformarse, y esa transformación es uno de los objetivos de las Universidades Populares al reconsiderar la manera en que el conocimiento y el aprendizaje pueden determinar el porvenir de las personas.
Esta transformación requiere un compromiso tanto público como de personas expertas, los cuales, según la idea de la UNESCO, tienen que replantearse la educación en un mundo cada vez más complejo, incierto y frágil, como hemos podido comprobar con la covid-19. La crisis sanitaria que hemos vivido y estamos viviendo nos ha recordado los grandes riesgos que podemos afrontar y que se pueden convertir en un problema general de gran dimensión, en un problema mundial al aislar a millones de personas dentro de sus domicilios.
Esto ha traído consigo complicaciones de salud pública y un retroceso en las economías mundiales, nacionales, regionales y locales, además de tener que enfrentarse de manera precipitada a nuevos y enormes retos. Uno de ellos ha sido el educativo, debido a que miles de centros (entre los que se encontraban las Universidades Populares) tuvieron que cerrar sus puertas al estudiantado. Este hecho supuso que las brechas educativas que ya existían se hicieran más profundas y se agravaran, y afectó de manera desmedida a las personas más vulnerables.
Al mismo tiempo, hubo un gran descenso en el beneficio de numerosos sectores, como el turismo, los servicios, las producciones agrícolas e incluso los culturales y de esparcimiento, lo que produjo un incremento del desempleo y amplió las desigualdades sociales previas a la pandemia.
La UNESCO reconoce que la crisis global también nos ha hecho recordar la gran brecha que coexiste entre el conocimiento necesario y el conocimiento disponible, las carencias de nuestros sistemas de salud, la artificialidad de nuestras fronteras, y, sobre todo, la imperiosa necesidad de fortalecer, dentro de los sistemas educativos, estructuras que permitan distribuir las oportunidades del aprendizaje no formal para preparar de manera constante, oportuna y resuelta a toda la población no escolarizada.
Algo que ha caracterizado a esta época de pandemia ha sido que las solicitudes para la educación no formal han rebasado a las de la formal (como lo demuestra la respuesta de las organizaciones y las personas involucradas mediante campañas de información pública) con la idea de transformar con urgencia el desarrollo de las personas en todo el mundo.
La posibilidad de un cambio acelerado de conductas tanto en las personas jóvenes como en las adultas para hacer frente a la covid-19 destaca la coyuntura que tendremos para volver a posicionar las políticas de aprendizaje a lo largo de la vida y de la educación de personas adultas.
En este capítulo aspiramos a establecer o reflexionar sobre las medidas que se tomen ante preguntas como: ¿Quiénes somos las Universidades Populares?, ¿qué queremos?, ¿cómo nos organizamos?, ¿qué proyectos debemos asumir, localizar, etc.?
El proyecto de la Universidad Popular, tal como se formuló en el VII Congreso, es participativo, además de un método de trabajo con un objetivo fundamental en tanto que constituye un motor de cambio interno y externo al convertirse en un proyecto de desarrollo cultural que actúa en el municipio con el objetivo de promover la participación social, la educación, la formación y la cultura a fin de mejorar la calidad de vida de las personas.
En España se cuenta con más de 231 Universidades Populares donde trabajan más de 4000 mil profesionales y participan más de 2 500 000 personas. Con esos datos de participación, las Universidades Populares deben apoderarse y formular las señas de identidad de aquellos aspectos que las identifican y acentuar lo que comparten con el conjunto que personas que las conforman. Para que nuestras señas de identidad sean eficaces es necesario concretarlas mediante propósitos educativos y resumirlos tras una revisión de los objetivos generales basados en las relaciones de colaboración entre las distintas Universidades Populares. Así mismo, deben atreverse a buscar nuevos proyectos educativos que estén en consonancia con las nuevas y cambiantes necesidades de esta sociedad.
Adentrándonos en el tema que nos ocupa (los nuevos retos en proyectos) debemos recordar las palabras de Zabalza, quien los definía como “(…) el conjunto de decisiones articuladas, compartidas, tendentes a dotar de mayor coherencia su actuación, concretando un diseño curricular base en propuestas globales de intervención didáctica, adecuadas a contextos específicos”.
Al gran reto de la educación (que en opinión de Sangrà consiste en educar a personas “(…) que sean capaces de transformar la sociedad en una más sostenible, más justa y más equitativa”), las Universidades Populares pueden y deben tomar las riendas, ya que son el claro ejemplo de entidades transformadoras de las sociedades, tanto de las españolas como de las de fuera de nuestras fronteras.
Basándonos en la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, la educación ocupa un lugar central en la consecución de esta, tal como lo expresa el ODS 4: “Garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad, y promover oportunidades de aprendizaje durante toda la vida para todas las personas”.
Dentro del ODS 4, se establecen considerables hitos y directrices imprescindibles. Aquí destacamos nueve ideas concebidas por personas académicas, científicas, empresarias, etc., y que las Universidades Populares no deben pasar por alto:
- Seguir con el compromiso de fortalecimiento de la educación como un bien común al ser esta un baluarte fundamental contra las desigualdades.
- Seguir ampliando el derecho a la educación para seguir manteniendo el objetivo del acceso al conocimiento y la información.
- Seguir destacando la capacitación docente del profesorado de la Universidad Popular.
- Seguir con la promoción de la participación y los derechos del estudiantado.
- Proteger los espacios sociales que ofrecen las Universidades Populares.
- Establecer espacios y tecnologías libres a disposición de docentes y estudiantes.
- Asegurar la impartición de conocimientos científicos básicos.
- Conseguir una financiación nacional e internacional para la educación de personas adultas.
- Fomentar la solidaridad mundial para poner fin a los niveles actuales de desigualdad.
Las Universidades Populares deben basarse en proyectos que contengan, además de las características mencionadas anteriormente, las siguientes, como marca Albert Sangra:
- Que se eduque a personas, no solo a profesionales, es decir, que se siga una línea donde el aprendizaje nos mejore la vida en sociedad. “A veces se olvida que la educación tiene un componente de carácter social que también estamos obligados a desarrollar. Se trata de equilibrar las propias finalidades de la educación entre la capacitación laboral y la educación como formación de ciudadanos en nuestra sociedad”.
- Que se identifique y diseñe la educación para el futuro, es decir, saber qué pretendemos que aprendan las nuevas generaciones como primer paso para seguir alcanzando nuestros objetivos. “La educación tiene que dar respuesta a esa pregunta para poder definir no solo el contenido de los programas, sino también los procedimientos con los que se va a enseñar y las actitudes que las personas van a aprender a desarrollar durante todo ese proceso”.
- Programas desarrolladores de modelos y escenarios educativos verdaderamente equitativos e inclusivos. Todas las UU. PP. deben seguir esa hoja de ruta. “Crear sistemas educativos donde la equidad y la inclusión sean pilares fundamentales no es una opción, es una obligación”.
- Instruirse en una mejora del aprendizaje de las tecnologías. Esto se ha puesto de manifiesto con claridad en la situación de pandemia que hemos vivido, la cual ―nos atrevemos a decir― ha venido para quedarse. “Lo que pensábamos que sabíamos con respecto al uso de la tecnología en la educación no es suficiente, porque en realidad la hemos utilizado solamente como mero instrumento para continuar haciendo lo que hacíamos”.
- Hay que tener en cuenta la dimensión digital del estudiantado. Durante los próximos años será fundamental la formación del profesorado en TIC. Pero, además, esa formación debería permitir entender al profesorado que las dimensiones vitales de las personas se han multiplicado durante los últimos años. Las tecnologías han facilitado la creación de una dimensión digital de la vida de las personas en la que se comunican, se relacionan, utilizan las redes sociales y tienen a su alcance el acceso a información que antes no tenían.
- Abordar la hibridación entre la clase presencial y las posibilidades de entornos online. “Necesitamos una formación en TIC que sea conceptual, que permita al profesor o profesora diseñar escenarios nuevos de formación y que estos sean híbridos”.
- Educar para la incertidumbre. El alumnado actual, así como el del futuro, va a tener que asumir estos cambios aún con más rapidez. Por eso, uno de los retos de la escuela es ser capaz de educar para la incertidumbre, es decir, no tanto para acumular conocimiento como para saber cómo resolver las situaciones nuevas e inciertas con las que se van a encontrar.
- Fomentar el liderazgo del profesorado. Se necesita profesorado que tome la iniciativa, que tenga capacidad de respuesta y no se limite a transmitir conocimiento sin más, sino que sea capaz de acompañar a los estudiantes en su propio crecimiento.
- Incluir la educación no formal en la educación integral. Es una falacia pensar que lo que aprendes lo aprendes solo en la escuela. Aprendemos fuera de la escuela, fuera del instituto y fuera de la universidad, y ese aprendizaje habrá que incluirlo en una educación integral.
- Que prevalezca el aprendizaje sobre la evaluación. No es tan importante la forma de evaluar como cerciorarse de si se ha aprendido o no. Por eso es fundamental estructurar sistemas que permitan que las personas aprendan, “y después, en todo caso, ya nos preocuparemos del aspecto administrativo de la evaluación. Si nos centramos únicamente en la evaluación generaremos modelos administrativos para resolver problemas sociales, lo que es un error”.
Además de los proyectos antes mencionados, debemos plantear desde las Universidades Populares varios desafíos y búsqueda de proyectos más especializados:
– Personas adultas mayores.
En España es evidente la tendencia al envejecimiento de la población, y teniendo en cuenta esta constante evolución, se deben promover las experiencias de las generaciones mayores en la vida profesional y social. Ya no podemos pensar en la jubilación como retiro, sino como otra etapa vital que, con la mejora de la calidad de vida, normalmente, abarca más de 20 años. Asimismo, debemos eliminar la concepción tradicional de que una persona de 60 o 70 años ya no estaría en condiciones de producir en la vida social y profesional resultados intelectuales, artísticos o físicos. Tenemos que profundizar en más programas de formación permanente y en el aprendizaje a lo largo de toda la vida.
– Integración e inmigración.
La formación en una sociedad de inmigración es una gran tarea que vale tanto para las personas migrantes como para las personas nativas, ya que solo de manera coordinada se conseguirá establecer una nueva normalidad de la convivencia.
– Competencias digitales.
La necesidad de comunicación es una parte inherente y fundamental para cualquier ser humano. Es lo que nos caracteriza como seres sociales, lo que nos abre al mundo que nos rodea y lo que nos hace interactuar con distintas personas, de modo que se hace fundamental atender esa carencia, sobre todo en las personas adultas mayores.
– Compensar las carencias del sistema escolar.
Buscar salidas para el estudiantado que no termina la educación obligatoria en las que se les ofrezca una segunda oportunidad y abrirles nuevas posibilidades.
Las Universidades Populares han sido y siguen siendo un componente integral e irrenunciable de la infraestructura educativa municipal y del aprendizaje de por vida, y deben enfrentarse conjuntamente a los desafíos de la educación permanente; en ellas, la responsabilidad pública debe continuar siendo un elemento fundamental para la consecución de sus objetivos y del aprendizaje a lo largo de toda la vida.