@import url('https://fonts.googleapis.com/css2?family=Lato:ital,wght@0,100;0,300;0,400;0,700;0,900;1,100;1,300;1,400;1,700;1,900&display=swap');
Las primeras viviendas colaborativas (cohousing) intergeneracionales de España
Bernardo Díaz Salinas

Bernardo Díaz Salinas

Asociación de Mayores del Siglo XXI. Miembro Red Soledades.

No hay razón para no probar algo nuevo solo porque nadie lo haya intentado antes.

Antonio Gaudí

¿Cómo le gustaría vivir su vida? ¿Elegiría usted la soledad o un piso de vecindad en que solo se relaciona con sus vecinos al cruzarse en la escalera? ¿Ha pensado en una vida más socializada con una relación de convivencia con sus vecinos, incluso con espacios para esa convivencia?

Nuestra especie parte de la convivencia en una tribu, pero paso a paso nos hemos ido aislando en el concepto de familia. El cohousing es una vuelta a la comunidad sin ser una comuna.

Hace años eran usuales las conocidas corralas en donde convivían jóvenes y mayores y donde los lazos vecinales eran fuertes, pero nuestro entorno (la construcción de las viviendas) nos ha aislado y ha reducido marcadamente la relación vecinal. Eso puede no apreciarse cuando los miembros de la familia socializan marcadamente en el trabajo o los estudios, pero se va acentuando cuando en la casa solo queda la pareja jubilada, sin relaciones laborales, y aún más si falta uno de los miembros.

¿Dónde y cómo quiere usted vivir cuando sea mayor? ¿Cómo le gustaría envejecer? La gran mayoría de las personas, el 95 %, quiere seguir viviendo en su casa de siempre, por tres razones:

La primera es patrimonial. El 89,2 % de las personas mayores de 65 años tienen su vivienda en propiedad completamente amortizada.

En segundo lugar, es que las personas en esa franja de edad con esperanza media de vida saludable y con niveles culturales cada vez mayores que gestionan su vida y su tiempo libre no están dispuestos a ser institucionalizados.

El tercero es económico.

Está demostrado que continuar viviendo en la propia casa y en su entorno es una buena opciónpara disfrutar de un envejecimiento activo y saludable y una buena calidad de vida.

Pero una de cada cinco personas mayores de 65 años (el 20,1 %, 1 600 000) vive en una situación de vulnerabilidad extrema, en hogares con problemas graves de habitabilidad, como son la falta de accesibilidad y la falta de calefacción, e incluso la ausencia de agua potable o aseo dentro de la vivienda. Además, cuando la persona ya no pueda valerse por sí misma su destino será una residencia masificada.

La accesibilidad del barrio es otro importante problema.

Primero, las personas construyen los lugares. Luego, los lugares hacen a las personas

Las ciudades están organizadas pensando en una población activa y eminentemente joven. La presión inmobiliaria ha convertido nuestras urbes en lugares donde los espacios de relación eminentemente públicos (aceras, plazas, parques, jardines) se han descuidado.

Las ciudades deben rediseñarse o adaptarse para las diferentes capacidades humanas. La calidad del diseño urbano y su mantenimiento son cuestiones fundamentales que deben evaluarse y mejorarse en las ciudades envejecidas.

Las soluciones no son muy complicadas ni excesivamente costosas. Una ciudad con suficientes bancos y zonas de sombra para sentarse y descansar, aseos públicos, aceras amplias sin obstáculos, buena iluminación y señalización, arbolado y zonas verdes, etc. promueve la independencia, la salud física, la integración social y el bienestar emocional.

Una ciudad amigable con las personas mayores fomenta el envejecimiento activo mediante la optimización de las oportunidades de salud, participación y seguridad, a fin de mejorar la calidad de vida de las personas a medida que envejecen.

La ciudad debe facilitar un envejecimiento de calidad y hacer posible la ocupación y el disfrute del tiempo de los mayores en un entorno participativo.

Hay otras alternativas de vida que hay que considerar, como son las viviendas colaborativas (Collaborative housing o cohousing), en las que se promueve el envejecimiento saludable mediante la vida en común entre todos los residentes de dicho cohousing a través de un diseño intencional para ser una comunidad que facilite esa convivencia. Se busca un equilibrio entre la vida privada, la vida comunitaria y la vida social, con vida privada en viviendas completas y economía privada (no son comunas), al mismo tiempo que un importante compromiso de apoyo mutuo, en especial, en casos de dependencia.

En España hay 8,6 millones de personas mayores de 65 años. Son el 17,8 % de la población. Una cuarta parte de ellas vive sola y el 59 % tiene sentimientos de soledad y aislamiento.  Solo el 4,2 % de las personas mayores vive en establecimientos colectivos gestionados externamente (residencias, viviendas tuteladas u otro tipo de alojamientos). Se mantiene un objetivo del 5 % de plazas en residencias para personas mayores (450 000), lo que, además, coincide con el interés de grandes grupos económicos, que continúan construyendo residencias masivas para lucrarse y que, probablemente, tengamos que modificar posteriormente con fondos públicos.

En Dinamarca, desde 1987 este tipo de residencias está prohibido y ha sido sustituido por unidades de convivencia de 8 o 9 personas, integradas en zonas dentro de las ciudades.

¿Qué alternativas se ofrecen a las personas mayores? Si continúan en sus casas, en una vida en pareja o en soledad, en viviendas no adaptadas y con escasos servicios de proximidad, o bien en una residencia masificada, algo que en general se rechaza.

Antecedentes de otros modelos de vida

Quizás podamos fijar los inicios en la edad media, en los beguinages de mujeres, que, desde el s XII, en los Países Bajos fueron espacios de resistencia al orden dominante, lugares de paz, trabajo, actividad y solidaridad femenina, pero, sobre todo, de oposición a unas normas y un destino de sometimiento al marido que algunas mujeres se negaron a aceptar. Estaban integrados por mujeres procedentes de la nueva burguesía y la baja aristocracia, que eran descritas por las crónicas del momento como “mujeres santas” e “indisciplinadas”.

Sus orígenes también pueden estar en la aldea o en las soluciones utópicas de los falansterios de Fourier o en las experiencias reales de los kibutz de Israel, donde, efectivamente, hay una comunidad de personas que, libremente, ha escogido adherirse y disfruta de una autonomía real, pero con economía comunitaria. A diferencia de muchos de estos modelos de comunidades autogestionadas, el cohousing mantiene como principio básico la privacidad de sus moradores y su independencia económica.

El falansterio o falange es la comunidad de producción, consumo y residencia teorizada por el socialista utópico francés Charles Fourier como base de su sistema social igualitarista. Era de carácter agrícola y estaba formado por grupos de 1620 personas. En estas comunidades la competitividad económica era abolida, no había salarios ni propiedad privada. Se basaban en la idea de que cada individuo trabajaría de acuerdo con sus pasiones y no existiría un concepto abstracto y artificial de propiedad, ya sea privada o común. Todos los individuos participarían de la propiedad de la tierra y los medios de producción.

Un kibutz es una comuna agrícola israelí y su papel fue esencial para la creación del Estado de Israel. Los kibutz son unas organizaciones económicas poco frecuentes (como las colectividades españolas). Fueron fundados en un momento y en un lugar en el que la agricultura independiente no era práctica, sus miembros se vieron forzados por la necesidad de desarrollar un tipo de vida comunal y estaban inspirados por su propia ideología sionista socialista.

Muchas de las razones para la creación de entornos comunitarios con estrategias de fortalecimiento de las relaciones vecinales provenían de la conveniencia de compartir tareas domésticas, principalmente encomendadas a las mujeres. La socialización de las tareas reproductivas y de cuidados serán la clave de muchas de las experiencias que harán germinar el modelo de cohousing.

El saettedammen: en 1967 Bodil Graae escribió una crónica en Politiken con el nombre «Los niños deben tener cien padres» donde alentó a las personas que pudieran estar interesadas en formar una comunidad en el hogar a comunicarse con ella. Y muchas lo hicieron.

En 1972 ese grupo de personas que quería probar nuevas formas de vivienda se convirtió en la primera comunidad de Dinamarca y, probablemente, la primera del mundo: 60 adultos y 20 niños en 35 familias.

El saettedammen está construido para ser una comunidad. Hay en 27 casas. Además, hay una gran área y una casa comunes en las que se celebran fiestas y cenas comunitarias.

Actualmente, el saettedammen busca familias con niños y residentes más jóvenes para compensar el número de personas mayores que forman la comunidad. Son, claramente, un cohousing intergeneracional.

El stacken es el primer modelo de cohousing (1979) con autogestión, trabajo comunitario y feminismo en Suecia. Su nombre hace referencia al montículo de tierra que forman las colonias de hormigas en el momento de construir sus nidos.

El stacken se convirtió en el primer modelo de vivienda con principios de autogestión, trabajo comunitario y feminismo del país que cuestionó las relaciones sociales establecidas y presentó la vida colectivamente como un intento por superar el modelo de convivencia familiar estándar.

En el stacken es de crucial importancia el concepto de «nivel intermedio» desarrollado por el feminismo, el Grupo de Investigación feminista para la Nueva Vida Diaria, y el grupo BiG (Bo i Gemenskap, Vivir en Comunidad). El proceso de creación de este nivel intermedio supone una transferencia de actividades cotidianas desde los ámbitos privado, público y doméstico y su puesta en común por un colectivo de 50 a 100 personas. Este concepto de replantear las relaciones entre lo privado y lo público fue desarrollándose en paralelo al stacken y fue uno de sus detonantes.

El stacken dispone de una infraestructura de producción eléctrica que puede cubrir el 96 % de la demanda. 

¿Qué es el cohousing?

Es una comunidad colaborativa, autogestionada, que convive en un entorno cuyos miembros han promovido y diseñado y que está formado por unidades habitacionales privadas y espacios comunes para compartir actividades, servicios y cuidados.

El cohousing: ¿“listo para usar” o autodiseño?

Lo principal del cohousing es el diseño intencional para el contacto social a fin de promover la convivencia en la comunidad con unos objetivos sociales prácticos: en la propia comunidad, en el barrio, etc. Al diseño intencional se le unen la autogestión, la participación y el cuidado mutuo para dar lugar a un gran equilibrio entre vida privada y comunitaria.

Su esencia está representada por la expresión aparentemente paradójica de living together on one’s own, algo así como “vivir juntos, pero por tu cuenta”. Además, promueve la convivencia de los residentes y se adapta a ellos, a sus motivaciones, edades, características…

Las personas que viven en cohousing quieren vivir en un vecindario mucho más comunal o que esté orientado a la comunidad más de lo que es habitual, tanto en establecimientos urbanos como suburbanos, y, sin embargo, lo quieren hacer sin sacrificar la privacidad o integridad de las familias o de los hogares individuales y sus viviendas.

La flexibilidad que resulta de un método de creación participativo es una de las fortalezas del cohousing, la cual permite adaptar cada comunidad a su contexto cultural particular. Esa adaptabilidad es fundamental cuando se comprende el cohousing como entorno que ha de responder a las necesidades cambiantes de las personas en su proceso de vida y envejecimiento.

Los equipamientos comunitarios son considerados como ampliación de la propia vivienda y, al mismo tiempo, parte integral de la comunidad de cohousing; suelen incluir el comedor, el lavadero, el gimnasio, el ocio o la sala de reuniones y formación. Las áreas comunes son diseñadas para el uso diario, para suplementar áreas de vida y para reducir la carga individual de la vida diaria, lo cual supone una de las claves de su éxito: el equilibrio entre la privacidad de la casa y el compromiso comunitario, por un lado, y entre la comunidad y la sociedad, por el otro.

Un cohousing no es algo “listo para usar”, precreado, sino el resultado de un proceso de autopromoción, autodiseño, autogestión, sin estructuras jerárquicas y participativo por parte de las y los residentes en todo el proceso de desarrollo. Y se diferencia, fundamentalmente, de una comuna en que allí no hay una visión compartida, como sería una creencia espiritual, una ideología o una posición política; las personas residentes tienen su propia casa o apartamento privado y allí no hay economías compartidas, aparte de la cantidad destinada a la gestión o mantenimiento de las instalaciones comunes. La principal razón para lo colectivo es vivir en un entorno más social donde las personas conocen a sus vecinos y pueden gestionar juntos su edificio.

La arquitectura del cohousing

El modelo de cohousing es una zona residencial donde un cierto número de alojamientos (entre 20 y 30) están orientadas alrededor del espacio libre de todos y de una casa común ―un lugar donde la comunidad es la forma de vida―. Las personas que lo formarán cooperarán activamente en el diseño del proyecto con una meta en su cabeza: recrear un clásico vecindario de amistad y cooperación, socialización y soporte mutuo.

En los espacios comunes se construyen relaciones y conexiones a través de interacciones diarias, comidas comunitarias, actividades, celebraciones, rituales, trabajo y ayuda mutua. A menudo, estas actividades y espacios están abiertos a la comunidad más amplia para fomentar una mayor integración, lo que actúa como catalizador de desarrollo comunitario a lo largo de un área más extensa.

Se caracteriza por:

  • Una marcada corresponsabilidad con el entorno: vinculación y aportación al barrio, localidad y territorio.
  • Eficiencia y sostenibilidad medioambiental. Consumo responsable.

Vale la pena tener y ser un vecino verdaderamente bueno. Cuando la gente se junta con intención de ser unos verdaderos buenos vecinos sus vidas mejoran de innumerables maneras.

“Queremos seguir siendo parte de la sociedad, relacionados con nuestros vecinos, ciudadanos de plenos derechos y obligaciones”.

“Apostamos por disfrutar de una vejez activa y rica y realizando plenamente todas nuestras posibilidades”.

Cohousing sénior

Es un modelo residencial para personas mayores, colaborativo y capacitante para una vida feliz, hogares alegres, amables y accesibles.

Un cohousing sénior está formado por un grupo de amigos que siente que envejecer bien es envejecer en compañía, compartiendo y ayudándose solidariamente.

Las personas mayores quieren decidir ahora y seguir decidiendo sobre sus vidas y vivir en un entorno capacitante que permita “dar vida a los años”.

El entorno es importante; primero, las personas construyen los lugares, luego, los lugares hacen a las personas.

Se elige vivir cerca de la naturaleza, pero en un entorno urbano bien comunicado que conjugue activamente su relación con el entorno natural. La naturaleza aporta salud, lugar para el ejercicio y la posibilidad de cultivar plantas y alimentos sanos.

“Nos estimula, nos motiva el trabajar en grupo; diseñar nuestro jubilar nos reta intelectualmente, nos gusta. Mejorar nuestras vidas diseñando y construyendo juntos…   y divertirnos haciéndolo”.

Compromiso de ayuda mutua AICP, especialmente en caso de dependencia, de forma que se pueda seguir viviendo en el cohousing hasta el final de los días. Y salir de él solo por decisión médica o judicial.

Su objetivo principal no es el cuidado mutuo; este surge de forma espontánea como resultado de la creación de un ambiente solidario y de vida colaborativa. Las “personas mayores que ayudan a otras” finalmente resultan más beneficiadas ellas mismos, en términos de salud, que aquellas a las que ayudan.

El cohousing para las personas mayores (senior cohousing) refuerza un modelo gerontológico asociado al de comunidad residencial / viviendas comunitarias.

Entre las “buenas prácticas” estaría el hecho de transformar personas mayores cuidadas en ciudadanos activos cuidadores.

Existen entornos (espacio físico y ambiente social) que “capacitan” y “empoderan” el contexto en el que las personas envejecen; el ambiente en el que viven, de forma más o menos relevante, supone parte del éxito del propio proceso de envejecer.

El cohousing busca ser un entorno capacitante. Como entorno (físico y social) y diseñado participativamente como “comunidad intencional” pretende dar respuesta a esas necesidades, favorece ciertas competencias, empodera y posibilita un envejecimiento con éxito, lo que le convierte en un “entorno capacitante”.

“El modelo de cohousing ataca directamente tres plagas: soledad, aburrimiento e impotencia”.

Funciona como comunidad de apoyo y reducción de morbilidad. El sentido de pertenencia a una comunidad es clave para el bienestar subjetivo de las personas. Y en él destacan cuatro elementos:

  • Afiliación (sentido de pertenencia),
  • influencia (el poder de los otros miembros o de la comunidad en su conjunto sobre lo que puede afectarle a uno),
  • los valores compartidos y
  • la conexión a través de emociones compartidas.

Nuestro ideario

  • Autogestión. Inteligencia colectiva.
  • Iniciativa y (co)diseño propio.
  • Diseño intencional para vida comunitaria.
  • Zonas comunes más grandes. Hogar continuo.
  • Sin jerarquías. Consenso.
  • Aprender, enseñar, compartir.
  • Mantener capacidades.
  • Ayuda mutua, atención integral centrada en la persona (AICP).
  • Equilibrio entre vida privada, vida comunitaria y vida social.
  • Economía privada (no comunas), vida privada, viviendas completas.
  • Intimidad.
  • Autodeterminación.
  • Autorrealización.
  • Proyecto de vida.

Personalidad y régimen de propiedad

En general, se elige la figura de cooperativa, propiedad de todos los residentes, con sus estatutos y su reglamento de régimen interior, todo ello elaborado de forma colaborativa. Ella es la propietaria de los inmuebles. Los socios son copropietarios en dichas cooperativas, las cuales les cede el uso vitalicio de la vivienda y las zonas comunes, por lo que se las conoce como viviendas en régimen de cesión de uso (MCU), lo más eficaz para garantizar la continuidad y estabilidad del jubilar.

Cuando una persona o familia quiere incorporarse al cohousing lo solicita y pasa por un periodo de selección, normalmente, con convivencias con los residentes para comprobar la adecuación mutua. Si las viviendas ya están construidas y ocupadas, el solicitante pasa a una lista de espera.

Cuando un cooperativista quiere marcharse recupera el dinero invertido más las inversiones llevadas a cabo para su mejora y algún porcentaje más sobre el IPC. No es un negocio especulativo. Entonces la cooperativa acepta a uno de los solicitantes de la lista de espera y, por tanto, establece los criterios de admisión ―sustitución del cooperativista―. Es ella la que “vende” la participación y cede el uso al nuevo cooperativista. Asimismo, es la titular del crédito para la construcción, y no sus socios individualmente, lo que permite un fácil acceso a créditos hipotecarios a largo plazo, casi inaccesibles a las personas mayores de 65 años.

Otros tipos de cohousing

Tambiénel cohousing es una forma alternativa de vida para cualquier tipo de gente que desee una vida más socializada.

Sus ventajas para personas mayores son aplicables a otros colectivos con dificultades comunes, como son las personas con discapacidad, los colectivos LGTBI, las familias, etc.

Las comunidades “solo para”, como última solución. No se apuesta por la creación de los cohousing especializados, sino por los mixtos e inclusivos que, en cierta forma, reproduzcan la diversidad existente en nuestra sociedad. Los colectivos más vulnerables, como por ejemplo las personas con discapacidad intelectual, pueden beneficiarse del entorno amigable y acogedor de un cohousing para poder llevar a cabo sus proyectos de vida independiente, sin necesidad de crear unos especializados, que fácilmente pueden convertirse en guetos.

Pueblos de demencia

Las aldeas de demencia, en parte similares a los cohousing, son comunidades de atención diseñadas para dar a sus residentes libertad y elección dentro de un entorno seguro y de apoyo.

La primera aldea de demencia del mundo se inauguró en 2009 en los Países Bajos. Hogeweyk es un pueblo diseñado intencionalmente con 23 casas para 152 personas donde los mayores con demencia habitan en viviendas compartidas por seis o siete personas en completa autonomía. El pueblo tiene un bar, un restaurante, un teatro, una tienda de comestibles y calles y jardines para uso y disfrute de los residentes. Cada vivienda está diseñada y amueblada según el momento en que los residentes comenzaron a perder la memoria (años 90, 2000…), ya que esto les ayuda a sentirse más como en casa. Dicho pueblo está financiado con fondos públicos y funciona con un presupuesto comparable al de las residencias de ancianos convencionales. Hogeweyk demuestra que el ambiente afecta el comportamiento y el estado de ánimo y permite a esas personas vivir sus vidas al máximo de su capacidad.

Hay ejemplos similares de esta aldea de demencia financiados con fondos públicos en:

  • Providence Living (Canadá), con hogares más pequeños que respaldan la libertad de movimiento, el acceso a la naturaleza y la conexión con la comunidad. En este concepto de aldea no se trata solo del diseño físico, sino que abarca un cambio en el modelo de atención en el que los residentes, el personal y los miembros de la familia trabajan juntos para crear un entorno hogareño en el que los residentes puedan prosperar.
  • Providence, la capital de Rhode Island (USA), donde hay una gran comunidad de instituciones que realiza importantes investigaciones sobre la enfermedad del Alzheimer y la demencia. Estas incluyen el Hospital Butler y, en conjunto con la renombrada Universidad de Brown, el Hospital de Rhode Island . En la ciudad hay 38 comunidades para personas mayores que ofrecen cuidado de la memoria, y 143 en los alrededores. Providence Connections Neighborhood está cuidadosamente diseñado para residentes con Alzheimer en etapas de moderada a tardía o con cambios cerebrales relacionados con él y se trata de un entorno seguro y hogareño que satisface las necesidades de seguridad y tranquilidad de sus residentes.

Debido al riesgo de deambular asociado con la enfermedad dicha enfermedad, las puertas exteriores se abren a un patio exterior seguro. La distribución y el diseño del edificio brindan a los residentes acceso al aire libre y a todas las comodidades del complejo, al tiempo que promueven la seguridad y la independencia. El personal que trabaja en este lugar recibe una amplia capacitación sobre cómo brindar atención especializada para la demencia.

El gobierno de Rhode Island ha desarrollado un plan estatal para abordar la enfermedad de Alzheimer y los trastornos relacionados, incluidos la estandarización de la terminología para describir los centros de atención de la memoria y los servicios que ofrecen y brindan para la acreditación. El estado también tiene como objetivo la educación de los proveedores de atención de las instalaciones y la difusión de los resultados de las investigaciones locales para el bien común.

Estos modelos de cuidados de larga duración (LTC) de Canadá , Estados Unidos o Países Bajos puede convertirse en un sistema centrado en el ser humano que ayude a las personas mayores a obtener la atención que necesitan. Pero primero se debe lograr que el cuidado humano y digno de las personas mayores sea una prioridad.

Política pública respecto al cohousing

España, poco a poco, va considerando el cohousing en sus políticas y normativas. Quizás por ser el mayoritario o por el rechazo general a la institucionalización (residencias), solo se considera el cohousing sénior.

Para fomentarlo es necesario facilitar el acceso al suelo (público o privado), lo que requiere que se le considere de interés público, que lo es, ya que:

  • Contribuye al aumento del parque de vivienda asequible, inclusivo y estable en el municipio.
  • Favorece el empoderamiento, la organización y la participación ciudadana en la resolución y satisfacción de las necesidades colectivas.
  • Promueve el fortalecimiento de las redes de solidaridad y apoyo mutuo y contribuye de este modo a la cohesión social.
  • Contribuye al impulso de la economía social y solidaria en el territorio y apuesta por la sostenibilidad.

En febrero de 2019 el Principado de Asturias publicó un “criterio interpretativo sobre el régimen de autorización de alojamientos colaborativos (cohousing) para la promoción de la autonomía personal y atención a la dependencia en el que los alojamientos colaborativos se conciben como un equipamiento que tienen cabida en el sector de los servicios sociales, ya que no son menos vivienda al incluir entre sus objetivos el apoyo ante situaciones de dificultad (cuidados personales, entre otros) y la promoción de una vida social activa y colaborativa dentro y fuera de su comunidad, por lo que les resulta de aplicación el régimen del decreto sobre autorización, registro e inspección de centros y servicios sociales bajo la denominación ‘alojamientos colaborativos para la promoción de la autonomía personal y atención a la dependencia’ (en adelante ‘alojamientos colaborativos’), que se enmarca dentro del apartado ‘Otros centros’, un apartado en el actual desarrollo que permite dotar de flexibilidad a la actual tipología de centros y adaptarse así a las nuevas demandas y realidades sociales”.

 Este criterio interpretativo permite incluir los cohousing que cumplan una reglamentación flexible en centros y servicios sociales, lo que facilita el acceso al suelo público y a servicios sociales. Asimismo, poco a poco, dicho criterio se va compartiendo en otras comunidades, lo que hace prever su fomento público.

En la misma línea incide el Plan Estatal para el Acceso a la Vivienda 2022-2025 en su capítulo IX: «Programa de fomento de alojamientos temporales, de modelos cohousing, de viviendas intergeneracionales y modalidades similares». El objeto de este programa es el fomento de la vivienda cooperativa en cesión de uso y otras soluciones residenciales modelo cohousing, alojamientos temporales u otras modalidades similares, con ayudas de hasta un 50 % de la inversión, en que se incluyen las promociones de modalidades residenciales tipo cohousing, de viviendas intergeneracionales o similares que se vayan a ceder en uso o destinar al arrendamiento durante un plazo mínimo de veinte años.

¿Cómo son los socios del cohousing?

Según la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), los grupos que ya están conviviendo tienen una media de 75 años, de los cuales el 35 % de sus componentes son hombres y el 65 %, mujeres; su nivel formativo es medio-alto (más con educación superior); son trabajadores cualificados y con ingresos anuales medios.

Los grupos que están actualmente en construcción son ligeramente diferentes: tienen una media de 65 años, de los cuales el 43 % de los componentes son hombres y el 57 %, mujeres; su nivel formativo es medio-alto (más con estudios universitarios); son trabajadores cualificados y con ingresos anuales medios.

Según el estudio sobre el Movimiento de Vivienda Colaborativa de Mayores en España (MOVICOMA) de la Universitat Oberta de Catalunya, hay 30 proyectos en toda España, de los cuales más de cinco ya están operativos. Destacan: Trabensol, en Madrid (el primer Senior Cohousing de España); la Muralleta, en Tarragona, y Profuturo, en Valladolid.

Hay 305 comunidades de este tipo en Estados Unidos, 80 en el Reino Unido y en España se identifican unas 150 en distintos niveles de desarrollo. Hay de todo tipo: sénior, intergeneracionales o específicas para personas LGTBI o con discapacidad, y con mecanismos, tipos de estancia y formas jurídicas muy versátiles. 

La vivienda colaborativa intenta cumplir con 12 de los 17 objetivos de desarrollo sostenible (ODS), “argumento que debería mover a las Administraciones públicas a involucrarse”.

En su gran mayoría también se forman en torno a unas construcciones sostenibles y ecológicas.

Cohousing en España

HispaCoop, Confederación Española de Cooperativas de Consumidores y Usuarios, cita como referentes internacionales: en Quebec, 1300 cooperativas con 60 000 personas; en Suiza, un 8,5 % de patrimonio cooperativo; en Uruguay, 30.000 viviendas, el 2,6 % del total.

Ya en España hay:

  • 12 proyectos en funcionamiento en Cáceres, Cuenca, Girona, Jaén, Madrid, Málaga (4), Tarragona, Teruel y Valladolid.
  • Nueve proyectos con terreno adquirido y esperando su construcción en Asturias, Barcelona, Canarias, Cantabria, Madrid (2), Palencia y Sevilla.
  • Ocho proyectos con cooperativas constituidas y buscando terreno en Canarias, Málaga, Madrid (2), La Rioja, Valencia y Navarra (2).
  • Multitud de grupos informales a nivel de asociación intentando desarrollar proyectos séniores, en la fase inicial, conociéndose y planteando las ideas del proyecto que desean construir. Cada día se observa un mayor número de grupos interesados.

En Cohousing Spain tienen identificadas alrededor de 200 iniciativas, el 40 % sénior y el 60 % intergeneracionales. En funcionamiento: 11 sénior y una intergeneracional.

Conclusiones

El concepto de cohousing, la vida socializada, las actividades compartidas y la autogestión crean un entorno capacitante que favorece el envejecimiento saludable y la satisfacción con la propia vida.